¿Qué enseña la Biblia sobre la autodisciplina?

La autodisciplina, o el autocontrol, es altamente estimado por Dios, ya que es parte del fruto del Espíritu junto con amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad (Gálatas 5: 22- 23). Es este fruto el que Dios está produciendo en sus hijos.

Al acercarse a la Biblia, puede ser útil hacer dos preguntas: "¿Qué revela Dios acerca de sí mismo a través de la Biblia?" Y, "¿Hay algo que deba obedecer?" Dios tiene mucho que decir sobre quién es y qué hace. También tiene mucho que decir sobre cómo debemos actuar, ya que nuestras acciones son una medida principal de nuestra obediencia. El autocontrol es la capacidad de controlarse a uno mismo, particularmente en lo relacionado con las emociones y los deseos y cómo se expresan en los comportamientos, especialmente en situaciones difíciles.

¿Nos gusta el autocontrol? Generalmente no. A los humanos no les gusta que los controlen, ya sea nosotros mismos, por otros o por Dios, y Dios lo sabe. Aprendemos en Hebreos 12:11 que, "Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella." Toda disciplina parece dolorosa, ya sea la corrección de un padre amoroso, o cuando tu jefe señala tu error, o una convicción del Espíritu Santo cuando pecamos, o cuando elegimos restringir nuestros deseos por el bienestar de los demás, o cuando retrasamos la gratificación para obtener un mejor resultado más adelante. Tendemos a odiar la autodisciplina porque elegimos no hacer lo que queremos hacer, o todo lo contrario, optamos por hacer lo que no queremos hacer. Pablo explica la lucha de esta manera en su carta a la iglesia en Roma: "No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo, sino el pecado que habita en mí. Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y, si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí." (Romanos 7: 15-20).

La fuente de la falta de autodisciplina es el pecado. Cuando elegimos algo que no sea Dios, ese es nuestro pecado actuando dentro de nosotros. El pecado cree o actúa con la actitud de "no hay Dios" (Salmo 14: 1; 53: 1). El pecado crea ídolos para reemplazar a Dios (Romanos 1: 21-25). Pero la Biblia nos dice que ya no tenemos que elegir pecar. Si estamos en Jesucristo, se nos ha dado una salida. "Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir." (1 Corintios 10:13). La autodisciplina es un don: "Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio." (2 Timoteo 1: 7). Además, leemos en la Biblia que es bueno tener paciencia y demostrar autodisciplina (Proverbios 16:32) y que la falta de autocontrol nos hace vulnerables al daño (Proverbios 25:28).

¿Es la autodisciplina importante para Dios? Pablo así lo indicaría, ya que incluye el autocontrol como un requisito para ser considerado para un puesto como anciano en la iglesia: "El obispo tiene a su cargo la obra de Dios, y por lo tanto debe ser intachable: no arrogante, ni iracundo, ni borracho, ni violento, ni codicioso de ganancias mal habidas. Al contrario, debe ser hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, santo y disciplinado. Debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan." (Tito 1: 7-9).

Es útil que Pablo enumere el fruto del Espíritu. También proporciona una lista discrepante que describe el comportamiento del que no vive por el Espíritu Santo, al que llama las acciones de la carne. Pablo escribe: "Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios." (Gálatas 5: 19-21). Puede ser difícil saber cómo es la autodisciplina en un sentido práctico. Es fácil saber cómo es la falta de autodisciplina. Todo lo que tenemos que hacer es leer el periódico, ver las noticias de la noche o la mayoría de las estaciones de televisión y leeremos y veremos historias de personas que viven sin autodisciplina alguna. Leemos informes y vemos historias de violencia, adulterio, rituales satánicos, conducción en estado de ebriedad, robos y drogas y la lista continúa… Pablo nos dice: "Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa." (Gálatas 5:16). El mundo no camina por el Espíritu, pero los cristianos deben hacerlo.

¿Qué podemos hacer con el pecado y la autodisciplina? El verdadero autocontrol no se trata de nuestro propio poder para controlarnos a nosotros mismos, sino del poder de Cristo para continuar Su obra de santificarnos, haciéndonos más como Él. Jesús vivió toda su vida "sin pecado" (Hebreos 4:15); "Él no cometió ningún pecado, ni hubo engaño en su boca." (1 Pedro 2:22). Él perseveró frente a una gran ansiedad (Lucas 22:44) y cuando fue confrontado por acusaciones falsas (Mateo 27:14). Debemos buscar a Jesús cuando nuestras vidas están fuera de control, cuando nos negamos a hacer lo que debemos hacer y cuando no podemos dejar de pecar. Comprométete a orar y pídele que te cambie, entonces podrás decir como dijo Pablo: "Doy gracias al que me fortalece, Cristo Jesús nuestro Señor, pues me consideró digno de confianza al ponerme a su servicio." (1 Timoteo 1:12).



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