¿Cuál es la clave para experimentar a Dios?

Cuando oímos la palabra "experiencia", por lo general pensamos en algo tangible, o en algo que provoca algún tipo de experiencia sensorial. Entonces, ¿cómo podemos experimentar verdaderamente a Dios? Experimentamos Su perdón a través de Jesucristo, Su presencia a través del Espíritu Santo y Su amor y cuidado por nosotros a través de Dios Padre (1 Juan 4:8).

Jesús vino a la tierra como Dios encarnado. Fue crucificado para ofrecer el perdón permanente de nuestros pecados (Mateo 26:28; Efesios 1:7). Mediante Su sacrificio, cuando ponemos nuestra fe en Él, experimentamos el perdón y la salvación eterna. Cuando nos sometemos al señorío de Cristo, llegamos a experimentar las demás bendiciones de Dios y los aspectos de Su carácter.

El Espíritu Santo habita en nosotros cuando aceptamos a Cristo. Él es nuestro Ayudador y con Él tenemos una relación con Dios aquí en la tierra. Él nos enseña y nos habla, permitiéndonos escuchar la voz de Dios y conocer Su voluntad: "Pero el Consolador (el que Consuela, el Abogado, el Intercesor-Consejero, el que Fortalece, el que está al lado), el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre [en mi lugar, para que me represente y actúe en mi nombre], él les enseñará todas las cosas. Y os ayudará a recordar todo lo que os he dicho" (Juan 14:26, AMP). El Espíritu Santo nos da el entendimiento para comprender que somos hijos de Dios (Romanos 8:16).

Dios nos ha dado la oportunidad de acercarnos a Él, conocerlo y experimentar Su presencia. Cuando lo busquemos, lo encontraremos (Jeremías 29:12-13; Mateo 7:7-8). Por medio de la sangre de Jesús, quedamos limpios de nuestros pecados y podemos acercarnos a Dios con total libertad (Hebreos 10:19-23). Santiago 4:8 dice: "Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros".

Cuando pensamos en experimentar a Dios, creemos que tenemos la sensación de que Su presencia nos rodea. Y como la presencia de Dios puede ser abrumadora para nosotros, sólo nos muestra una pequeña parte de Él para que seamos capaces de soportarla. Éxodo 33:11 nos dice que "Y hablaba el SEÑOR a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero". Más adelante, Moisés pidió ver la gloria del Señor, pero Dios sólo pudo darle una visión parcial, porque "no me verá hombre, y vivirá" (Éxodo 33:18-23). La propia tierra tiembla ante la presencia de Dios: "A la presencia del Señor tiembla la tierra, a la presencia del Dios de Jacob" (Salmo 114:7).

Dios quiere que lo experimentemos a Él y a Su presencia, pero ¿cómo podemos hacerlo? Una forma es glorificándolo con cánticos, acciones de gracias y alabanzas (Salmo 100:1-4). A veces lo glorificamos estando quietos ante Él: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra". (Salmo 46:10).

Cuando vivimos nuestra vida centrados en Dios, lo experimentamos en nuestra vida cotidiana. Experimentamos Su fidelidad y Su bondad. Él nos concede Su paz y Su presencia. Podemos escuchar Su delicada voz (1 Reyes 19:11-12). Lo experimentamos en el hermoso mundo que ha creado y nos ha proporcionado:
"Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,
La luna y las estrellas que tú formaste,
Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,
Y el hijo del hombre, para que lo visites?". (Salmo 8:3-4)

La clave para experimentar verdaderamente a Dios consiste en llegar a conocerlo. Cuando invertimos en esta milagrosa oportunidad de tener una relación personal con el Creador del universo, le conocemos y lo experimentamos, así como Él nos conoce. Él transforma nuestros corazones, permitiéndonos dejar atrás el pecado para abrazarle a Él, a Su voluntad y a Sus caminos (2 Corintios 5:17).



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