¿Quién era Sem en la Biblia?

En resumen:

Sem fue uno de los tres hijos de Noé que fue rescatado del diluvio. Sem fue también el antepasado de Abraham y, por tanto, en última instancia, de Jesús el Mesías.

Sem fue uno de los hijos de Noé que se salvó del diluvio. Tras el diluvio, Dios hizo un pacto con Noé, incluido Sem, prometiendo no volver a inundar la tierra y dando instrucciones sobre cómo vivir. El linaje de Sem se extiende hasta Abraham, padre de la nación israelita y figura clave en el plan de Dios. Entre los descendientes de Sem figuran varios pueblos antiguos, y su nombre da origen al término “semita”. En el Nuevo Testamento, Sem figura en la genealogía de Jesús, destacando su papel en el linaje del Mesías. Esta narración de Sem refleja la provisión de salvación por parte de Dios, simbolizada por el rescate de Sem del diluvio y el papel de Jesús como el Salvador definitivo, que ofrece redención y gracia a toda la humanidad.

Del Antiguo Testamento

Sem es uno de los tres hijos de Noé; sus hermanos son Cam y Jafet. Todos ellos, junto con sus esposas, fueron rescatados del gran diluvio (Génesis 8:16-18).
Dado que el nombre de Sem aparece siempre en primer lugar, es posible que fuera el mayor de los tres hijos de Noé. Las distintas traducciones de Génesis 10:21 confunden la cuestión. Es posible que a menudo se mencione a Sem en primer lugar simplemente porque se le consideraba el más importante para el público del Antiguo Testamento, ya que se convirtió en el antepasado fundador del pueblo israelita (Génesis 11:10-26).
Tras el diluvio, Dios hizo un pacto con Noé, sus hijos (incluido Sem) y sus descendientes para no volver a destruir la Tierra con un diluvio (Génesis 9:11-17). El arco iris es la señal de esa promesa. Dios también les ordenó que fueran fecundos, se multiplicaran y llenaran la tierra (Génesis 9:1, 7), haciéndose eco de la orden que dio a Adán y Eva en Génesis 1:28. Además, Dios dio permiso a la humanidad para comer animales como alimento (Génesis 9:3), pero les ordenó no quitar vidas humanas (Génesis 9:5-6), como hizo Caín en Génesis 4:8. Dios exigiría cuentas por tomar la sangre de un ser humano.
Cuando Noé se dispuso a obedecer los mandamientos de Dios, plantó una viña para mantener a su creciente familia (Génesis 9:20). Por desgracia, se emborrachó con su propio vino y acabó desnudo dentro de su tienda (Génesis 9:21). Cuando Cam vio a su padre en ese estado tan vergonzoso, se negó a ayudarle y se lo contó a sus hermanos (Génesis 9:22). Sem y Jafet cogieron un manto entre los dos, entraron de espaldas en la tienda apartando la mirada y cubrieron la desnudez de su padre (Génesis 9:23). Cuando Noé despertó, pronunció bendiciones sobre Sem y Jafet y una maldición sobre Canaán, el hijo de Cam (Génesis 9:24-27).
Los descendientes de Sem aparecen en la lista de diez generaciones hasta Abram (más tarde Abraham), a quien Dios llamó para engendrar una nación, los israelitas (Génesis 11:10-26; 12:1-3). Sin embargo, otros pueblos que remontan su linaje a Sem son los caldeos, los asirios, los elamitas, los arameos, los moabitas, los amonitas, los edomitas y los árabes. De hecho, el nombre de Sem es el origen del término “semítico”, y de su descendiente, Eber, procede la palabra “hebreo”.

Del Nuevo Testamento

Sem figura en la genealogía que traza el linaje de Jesús en Lucas 3:36.

Implicaciones para hoy

La historia de Sem nos enseña que necesitamos la salvación y que Dios nos la proporciona. Así como Sem necesitó que Dios lo rescatara del diluvio, nosotros necesitamos que Dios nos rescate del poder y las consecuencias del pecado en nuestras vidas (Romanos 3:23; 6:23; 7:23-24). Así como Sem cubrió la desnudez y la vergüenza de su padre con un manto, también la sangre de Jesucristo puede cubrir nuestro pecado, nuestra injusticia y nuestra vergüenza (Romanos 5:19; Filipenses 3:9). En la historia de Sem vemos desarrollarse parte del plan de Dios para la humanidad. Dios apartó a un pueblo a través del cual demostraría Su santidad al mundo y a través del cual enviaría al Mesías. Dios dijo a Abraham: “Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra»” (Génesis 12:3). Jesús, Dios encarnado, nació en la familia de Sem. Su oferta de salvación está disponible para todas las personas (Juan 3:16-18; Gálatas 3:27-29). Todo ser humano vivo hoy desciende de Noé, que a su vez desciende de Adán. De Adán y Jesús, Romanos 5:17 explica: “Porque si por la transgresión de uno, por este reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de uno, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. En Jesús, podemos llegar a ser hijos de Dios (Juan 1:12-13). ¡Qué salvación tan gloriosa (Efesios 2:1-10)!

Comprende

Sem era hijo de Noé y se salvó del diluvio.
Después del diluvio, Dios hizo un pacto con Noé, incluyendo a Sem y a sus descendientes, prometiendo no volver a destruir la tierra con un diluvio. Este pacto incluía instrucciones de ser fructíferos, multiplicarse, abstenerse de quitar vidas humanas y permiso para comer animales.
Abraham, que fue llamado por Dios para engendrar la nación de Israel, era descendiente de Sem. Además, Sem es antepasado de Jesús, como se menciona en la genealogía del evangelio de Lucas.

Reflexiona

¿Cómo, al igual que Sem, ves tu necesidad de salvación?
¿De qué manera las acciones de Sem para cubrir la desnudez de su padre te desafían o te animan?
¿Qué ideas puedes sacar de la historia de Sem sobre la fidelidad de Dios?

Ponlo en práctica

¿Qué otros recordatorios tienes en el mundo físico de tu necesidad de salvación y de que Dios te la proporciona?
¿Cómo contribuyen el linaje de Sem y su papel como antepasado de Jesús a tu comprensión de la identidad y el propósito de Jesús?
¿Cómo se relaciona la narración de Sem con los temas de la redención y la salvación a lo largo de las Escrituras, y qué implicaciones tiene esto para tu vida actual?

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