Los esenios, una secta judía conocida por su aislamiento, piedad, celibato y vida comunitaria, no se mencionan ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. A pesar de las similitudes entre Juan el Bautista y los esenios, como su estilo de vida en el desierto y el uso del bautismo, Juan no compartía la ideología separatista de los esenios e identificó a Jesús como el Mesías. Los relatos históricos de Josefo y Plinio el Viejo sitúan a los esenios cerca del mar Muerto, donde se encontraron los Rollos del Mar Muerto, aunque no hay pruebas definitivas que los vinculen. Los esenios desaparecieron alrededor del año 70 d.C. Algunos grupos modernos que afirman seguir las enseñanzas esenias se apartan significativamente de la secta original, a menudo con prácticas sectarias. Los cristianos están llamados a vivir santamente en el mundo, relacionándose con él sabiamente y reflejando la verdad de Dios, como lo ejemplifica la oración de Jesús por sus discípulos en Juan 17:15-19, pero de una manera distinta al separatismo esenio.
Según Josefo, los esenios eran una secta religiosa judía que existía junto a los fariseos y los saduceos. Llevaban una vida de aislamiento, piedad y celibato, observaban la ley, rechazaban la propiedad personal y se negaban a usar dinero. El escritor romano Plinio el Viejo, geógrafo, afirmaba que los esenios vivían principalmente en el desierto, cerca del mar Muerto, en la orilla noroeste. Este es el mismo lugar donde se descubrieron los Rollos del Mar Muerto y, aunque no hay pruebas de que los esenios los escribieran, la mayoría de los eruditos creen que existe una conexión entre ambos. Los esenios desaparecieron de la historia hacia el año 70 d.C., tras la destrucción de Jerusalén. La Biblia no menciona a los esenios. Aunque Dios nos llama a ser santos (1 Pedro 1:15-16), también nos llama a ser sabios como serpientes e inofensivos como palomas (Mateo 10:16). Debemos reflejar a Dios en el mundo, en lugar de aislarnos al punto de que nadie pueda interactuar con nosotros. Jesús oró por sus discípulos, incluyéndonos a nosotros: “No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad . Como Tú me enviasteal mundo, Yo también los he enviadoal mundo. Y por ellos Yo me santifico, para que ellos también sean santificadosen la verdad” (Juan 17:15-19).