¿Acaso los milagros bíblicos son hechos literales?

En los últimos siglos se ha dudado de los milagros que se describen en la Biblia. Thomas Jefferson eliminó de su Biblia todas las historias de milagros. Muchos científicos modernos rechazan la Biblia porque creen que todo en el universo se puede explicar por el método científico, y no pueden existir situaciones provocadas espontáneamente por un poder mágico. Muchos eruditos judíos afirman que los milagros que aparecen en la Biblia son simbólicos o representan una visión. Otros afirman que los milagros representan la percepción de un autor sin conocimientos científicos. ¿Acaso hay que tomar los milagros de la Biblia al pie de la letra? En síntesis, sí.

Un correcto análisis exegético de los relatos de milagros muestra que no sólo deben tomarse al pie de la letra, sino que los milagros que realizan las personas tienen una finalidad específica que se revela en toda la Biblia. Los milagros son la forma que Dios usa para validar a Sus mensajeros. Desde el enfrentamiento de Elías con los sacerdotes de Baal en el monte Carmelo (1 Reyes 18:17-40) hasta el hecho de que Pablo se librara de la mordedura de una serpiente venenosa (Hechos 28:3-6), los sucesos que contradicen las leyes de la naturaleza demuestran que la persona implicada está conectada con un poder superior a la naturaleza. En el caso de los magos del Faraón, ese poder era demoníaco (Éxodo 7:11-12). Sin embargo, la mayoría de los milagros de la Biblia son obra de Dios.

Dios también realiza milagros sin un mediador humano. El relato de la creación en Génesis 1-2 está escrito para ser interpretado literalmente. Cuando el asna de Balaam habló (Números 22:28-30), fue Dios quien abrió su boca. Y el Espíritu Santo hizo que una muchacha virgen quedara embarazada del Hijo de Dios (Lucas 2).

No todos los acontecimientos milagrosos de la Biblia fueron completamente sobrenaturales. Es muy posible que la destrucción de Sodoma y Gomorra se debiera a la actividad geológica producida por una falla natural de la zona. También es posible que la supervivencia de Jonás en el vientre de una ballena (¿o tiburón ballena?) fuera biológicamente posible sin intervención divina. Desde luego, tanto el momento del terremoto como el de la ballena son milagrosos; desde luego, Dios puede provocar divinamente que actúen las leyes de la naturaleza.

La gente normalmente rechaza los milagros porque lo milagroso va en contra de sus propias experiencias en el mundo. En las sociedades más desarrolladas y con una mentalidad científica, tendemos a confiar en las ciencias naturales para explicar lo que experimentamos. Esto está bien dentro de lo posible. Ahora bien, debemos recordar que, si Dios existe, las leyes naturales son un método incompleto para analizar el cosmos. Si el Creador del universo es un Dios que está fuera de nuestro ámbito del ser, es perfectamente natural que influya en Su creación de modo que contradiga lo que esa creación puede comprender. En tal caso, sería insensato ignorar cómo Él se comunica con nosotros.



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