¿Se puede salvar un hijo 'ilegítimo', es decir, concebido fuera del matrimonio?

Algunos lectores de la Biblia han creído de manera equivocada que un hijo nacido fuera del matrimonio no se puede salvar. Esto se basa principalmente en un pasaje del Antiguo Testamento que dice: "No entrará bastardo en la congregación del Señor; ni hasta la décima generación no entrarán en la congregación del Señor" (Deuteronomio 23:2). Sin embargo, este versículo habla de aquellos excluidos de la asamblea, en ese contexto se refiere al tabernáculo. No habla de la salvación.

En cambio, Efesios 2:8-9 dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Nuestra salvación se basa en la gracia de Dios por medio de la fe, no en la situación en la que nacimos. Juan 3:16 más adelante dice: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna". Estas palabras indican que "todo aquel" que cree puede ser salvo y en ningún caso excluye dependiendo de la situación en la que un niño haya nacido.

De hecho, la Biblia afirma que los que creen en Jesús tienen una vida nueva: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17). Como seguidores de Jesús, todos somos iguales. Gálatas 3:28 nos dice: "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús".

Además, una persona que llega a Cristo por la fe se convierte en parte de una nueva familia y ahora es hijo de Dios. Juan 1:12-13 dice: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios". Dios es tanto nuestro Señor como nuestro Padre celestial (Mateo 6:1, 6, 8, 9, 14).

El Salmo 139 nos habla de cómo Dios nos va formando desde el vientre de nuestra madre. Juan el Bautista recibió un llamado especial incluso antes de nacer. Dios nos asignó tareas antes de que naciéramos (Efesios 2:10). Al profeta Jeremías también se le dijo: "Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué" (Jeremías 1:5).

Nuestra condición al nacer no determina si podemos o no ser cristianos. Tanto una persona que nació en una familia con un padre y una madre casados como uno que nació en una familia separada necesitan la gracia de Dios y pueden llegar a conocer al Señor por la fe en Jesucristo. El deseo del Señor es que nadie se pierda, sino que todos los que crean en Él reciban la vida eterna (Juan 3:16).



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