¿Qué significa acercarse confiadamente al trono de la gracia (Hebreos 4:16)?

Hebreos 4:14-16 declara: "Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro". El autor de Hebreos compara el antiguo pacto de Moisés con el nuevo pacto instituido por Cristo. Aquí hace una comparación con el sacerdocio aarónico.

Bajo el pacto mosaico, la presencia de Dios habitaba con el arca del pacto en la habitación situada más al fondo del tabernáculo o templo, denominada Lugar Santo o Lugar Santísimo. El sumo sacerdote podía entrar en esa habitación una vez al año, en el Día de la Expiación (Levítico 16). Cuando Jesús fue crucificado, el velo que separaba el Lugar Santísimo se rasgó de arriba abajo (Mateo 27:51). Jesús fue el sacrificio "una vez para siempre" (Hebreos 10:10) mediante el cual podemos obtener el perdón de los pecados y convertirnos en hijos de Dios (Juan 1:12). A diferencia de otros sacerdotes, que primero deben sacrificarse por sus propios pecados y que finalmente morirán, abandonando así su función sacerdotal, Jesús no tuvo pecado y está vivo (Hebreos 7:23-25; 10:11-14). Él es el "gran sumo sacerdote que ha traspasado los cielos".

El "trono de gracia" es una referencia al propiciatorio del arca del pacto. Como Jesús ha abierto el camino por nosotros, podemos "mantener firme nuestra confesión", confiando en Su obra. Puesto que Jesús es completamente humano y completamente Dios, sabemos que nos comprende. Ha vivido la experiencia humana. No hay nada que experimentemos o expresemos que le escandalice, y Él siente compasión por nosotros. Al conocer todo esto sobre Jesús, podemos acercarnos a Dios con confianza. No debemos temer la ira de Dios porque Jesús ha expiado nuestros pecados en la cruz. No tenemos que sentir temor de que Dios no se interese por nosotros, porque en Cristo hemos sido adoptados como hijos suyos (Gálatas 4:4-7). Sabemos que Dios será misericordioso y bondadoso. Por lo tanto, nos acercamos a Él con confianza en oración.

La palabra griega "confianza" o "audacia" se refiere a la franqueza o sinceridad al hablar. Vemos muchos ejemplos de este tipo de honestidad en la oración por todos los Salmos. Jesús también mostró esta clase de acercamiento honesto al Padre (Juan 17; Lucas 22:39-26). Romanos 8:14-17 dice: "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados". Jesús dijo a Sus discípulos: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá...Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?" (Mateo 7:7, 11). Cuando comprendemos quién es Dios y conocemos nuestra posición ante Él en Cristo (Efesios 1:3-14), podemos acercarnos a Él con total honestidad, sabiendo que nos responderá con un amor perfecto.

Hebreos 10:19-22 nos anima de manera similar: "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura". Los que están en Cristo ya están limpios y se les invita a una relación plena con Dios.

Romanos 8:26-30 nos da esta alentadora enseñanza sobre la oración y la obra de Dios en nuestras vidas: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó".

En pocas palabras, acercarnos confiadamente al trono de la gracia significa acudir a Dios en oración con confianza y honestidad. Los obstáculos del antiguo pacto han desaparecido porque Jesús lo ha cumplido. Él ha introducido un nuevo y mejor pacto. Y ahora, al igual que un niño confiado se acerca a su padre amoroso, nosotros, los hijos de Dios, podemos acercarnos a nuestro Padre perfecto.



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