El juicio final es el acontecimiento decisivo en el que cada persona será juzgada por Dios, y en el que los justos recibirán la vida eterna y los injustos el castigo eterno. La Biblia enseña que este juicio se basará en la respuesta de cada uno a Jesucristo, y que los que no se encuentren en el libro de la vida serán arrojados al lago de fuego (Apocalipsis 20:11-15). Aunque el Antiguo Testamento habla de la justicia y la resurrección de Dios, no detalla el juicio final con tanta claridad como el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento subraya que este juicio es cierto e inevitable, y que todas las acciones quedan expuestas ante Dios. Para escapar de la separación eterna de Dios, tienes que confiar en Jesucristo para la salvación.
¿Cómo puedes escapar de este lago de fuego y pasar la eternidad con Dios en el cielo? En primer lugar, está claro que al cielo no se llega por tu bondad. Todas las personas han pecado: “por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios”. Nadie merece vivir en la presencia de Dios: “Todos nosotros somos como el inmundo, Y como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas; Todos nos marchitamos como una hoja, Y nuestras iniquidades, como el viento, nos arrastran”. El juicio final es seguro y depende de si confías o no en Cristo para la salvación. Pablo declaró en Hechos 17:31: “porque Él ha establecido un día en el cual juzgará al mundo en justicia, por medio de un Hombre a quien ha designado, habiendo presentado pruebas a todos los hombres al resucitarlo de entre los muertos”. Si quieres escapar de una sentencia al lago de fuego en el juicio final debes hacerlo a la manera de Dios. Jesucristo es el juez (Juan 5:22). Para evitar Su juicio, debes creer en Él como Hijo de Dios por fe. Efesios 2:8-9 dice: “Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Juan 3:16 subraya además: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Para los que han creído, Eclesiastés 11:9 ofrece más consejos para la vida: “Alégrate, joven, en tu juventud, Y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia. Anda en los caminos de tu corazón Y en la vista de tus ojos, Pero sabe que sobre todas estas cosas Dios te traerá a juicio”. Como creyente, puedes alegrarte de que pasarás la eternidad con el Señor. Sin embargo, debes vivir con la eternidad en mente, sabiendo que Dios vigila la forma en que vives tu vida.