Al menos algunos de los discípulos de Jesús, como Pedro, estaban casados. Esto sugiere que los líderes y obreros de la Iglesia de hoy pueden casarse según la Biblia, como demuestran los pasajes de 1 Timoteo y Tito que hablan de los requisitos matrimoniales para ancianos y diáconos. El matrimonio se considera un reflejo de la relación de Cristo con la Iglesia y proporciona apoyo mutuo, mientras que la soltería permite una dedicación centrada en el reino de Dios. Independientemente del estado civil, los cristianos están llamados a depender de Dios y servirle fielmente.
Viendo que al menos algunos de los discípulos estaban casados, es bastante sencillo concluir que la Biblia permite que los ministros, pastores, misioneros y otros líderes y obreros de la Iglesia estén casados. Los requisitos para ancianos y diáconos incluyen referencias a sus matrimonios y familias (1 Timoteo 3:1-13; Tito 1:5-9). Estos requisitos no exigen que los líderes de la iglesia estén casados, pero demuestran que pueden estarlo. Los cristianos pueden servir a Dios en cualquier situación de la vida (1 Corintios 7:17-24). El matrimonio es un reflejo de la relación de Cristo con la iglesia (Efesios 5:22-33). Dios instituyó el matrimonio en el jardín del Edén, y es algo bueno (Génesis 2:24-25). La relación matrimonial puede proporcionar apoyo, ánimo y una relación profunda que permite a cada persona en el matrimonio, tanto individualmente como en pareja, servir al Señor. Al mismo tiempo, la soltería apunta a la eternidad, cuando "Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, Porque las bodas del Cordero han llegado y Su esposa se ha preparado" (Apocalipsis 19:7) (véase también Mateo 22:30). En la soltería, una persona puede centrarse más directamente en el reino de Dios (1 Corintios 7:32-35). La soltería también puede brindar una oportunidad única de confiar en Dios para la intimidad relacional y ofrecer diferentes maneras de demostrar la realidad de que los creyentes, juntos, son la familia de Dios. Ambas situaciones, por supuesto, tienen luchas y dificultades únicas. Independientemente de la situación en la que nos encontremos, estamos llamados a depender de Dios y a seguirle fielmente. Podemos seguir y servir a Dios de todo corazón, estemos casados o solteros.