Se ha investigado mucho y se han propuesto muchos puntos de vista sobre las fechas de autoría de cada uno de los cuatro Evangelios. Está claro que no se escribieron antes de la época en que ocurrieron los hechos (aproximadamente entre el 27 y el 33 d. C.). Si fueron escritos por los autores tradicionales, cada uno debió terminarse en vida de ellos (no más tarde del año 100 d. C.). Aunque el hecho de que los Evangelios fueran escritos en vida de testigos presenciales de la vida, muerte y resurrección de Jesús ayuda a demostrar su veracidad, el año concreto en que fueron escritos no es lo más importante. La exactitud y la autoridad de los relatos evangélicos no dependen de cuándo se escribieron, sino de Dios, que los inspiró (2 Timoteo 3:16-17). Podemos tener confianza y fe en su integridad, sabiendo que fueron escritos por hombres “movidos por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21).
Se cree que Mateo escribió su Evangelio entre los años 40 y 80 del siglo I. Si se acepta que Jesús predijo la destrucción del templo judío, que ocurrió en el año 70 d. C., es probable que Mateo se escribiera antes, ya que no lo menciona como una profecía cumplida.
Marcos fue probablemente el primer evangelio escrito, por Juan Marcos, primo de Bernabé (Colosenses 4:10). Según la tradición, Marcos murió en Alejandría, Egipto, o cerca de allí, en el año 68 d. C. Aunque es incierto, no hay ninguna razón de peso para que no fuera así.
Lucas es quizá el evangelio con más pruebas sobre la fecha de su redacción, ya que Lucas y Hechos se escribieron como dos partes de una misma obra (Hechos 1:1-3). Hechos concluye con Pablo bajo arresto domiciliario en Roma aproximadamente en el año 62 d. C., por lo que muchos eruditos creen que Lucas-Hechos se escribió durante este período.
Es probable que Juan se escribiera después de los otros tres evangelios, algo que afirma la historia de la Iglesia primitiva. Dado que la historia también registra que el apóstol vivió hasta casi el final del siglo I, su evangelio podría haber sido escrito en cualquier momento entre los años 60 y el 100 d. C.
Lo que está claro es que los cuatro evangelios fueron escritos por apóstoles o por personas cercanas a ellos para presentar la vida y las enseñanzas de Jesucristo, a fin de que otros pudieran creer. Como señala Juan 20:31, “pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengan vida en Su nombre”.
Los Evangelios nos invitan a conocer y reconocer a Jesús como el Mesías prometido. Cada uno presenta una perspectiva única de Jesús —Su compasión, autoridad, sacrificio y resurrección— desde un punto de vista distinto y a un público diferente. Esta visión completa de quién es Jesús nos invita a responder personalmente a Su identidad y a Su oferta de salvación. Él nos llama a una relación restaurada con Dios sobre la base de Su sacrificio en la cruz, a seguirlo y a experimentar la vida abundante que se encuentra al creer en Él.