Charis es una palabra griega que generalmente significa “gracia” en el Nuevo Testamento. La Concordancia Strong la define como “amabilidad, beneficio, favor, don, gracia, gozo, liberalidad, placer o agradecimiento”. Se utiliza especialmente para designar una bondad o un favor concedido a alguien que no lo merece, como el de un amo hacia sus siervos o el de un Dios santo hacia la humanidad pecadora. Charis resume la obra salvadora de Jesucristo, que ofrece el perdón, la herencia y la presencia de Dios, a disposición de todos los que la reciben con humildad.
Charis, esta gracia, no es solo para Pablo. Al igual que el autor de Hebreos, Pablo creía que la gracia es para todo creyente. Escribió en 2 Corintios 9:8: “Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abunden para toda buena obra”. Esta afirmación de que Dios extiende la gracia a todos los creyentes también explica por qué Pablo abrió casi todas sus cartas deseando: “Gracia a ustedes y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo”, y por qué cerró casi todas ellas con una bendición como: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con el espíritu de ustedes, hermanos. Amén” (Gálatas 1:3 y 6:18). Charis, que significa gracia, favor o bondad inmerecida, está disponible de Dios para todas las personas que se humillen ante Él para recibirla. Santiago citó Proverbios 3:34 usando la palabra charis en Santiago 4:6, declarando: “Pero Él da mayor gracia. Por eso dice: “Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes””. Humillémonos, pues, y recibamos la gracia de Dios.