¿Escucha Dios mis oraciones?

En resumen:

Dios escucha las oraciones de quienes lo buscan sincera y humildemente. Dios nos llama a acudir a Él en oración y a confiar en Su plan y en Sus tiempos perfectos.

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

Sí, Dios escucha nuestras oraciones. La Biblia nos lo asegura constantemente. Él es omnisciente y lo sabe todo, incluidas nuestras oraciones, ya sean en voz alta o en nuestra mente. La oración es una comunicación personal y sincera con Dios, en la que expresamos nuestros pensamientos, necesidades, gratitud y deseos, y en la que escuchamos Su respuesta mientras nos recuerda las Escrituras y las verdades que moldean nuestro corazón y nuestra mente. Dios desea que lo invoquemos, y escucha a quienes lo invocan con fervor y lo buscan con humildad. Cuando oramos, estamos llamados a hacerlo conforme a Su voluntad. Dios conoce nuestros corazones y necesidades, y responderá a nuestras oraciones según Su perfecta voluntad y a Su debido tiempo. Aunque Dios escucha todas las oraciones, la Biblia nos advierte que ciertas cosas, como persistir en el pecado o ignorar los mandamientos de Dios, pueden ser un obstáculo. Al mismo tiempo, los oídos de Dios están atentos a quienes lo buscan de verdad, invitándonos a acudir a Él en oración y a confiar en Su plan y en Sus tiempos perfectos.

DEL ANTIGUO TESTAMENTO

DEL NUEVO TESTAMENTO

IMPLICACIONES PARA HOY

Que parezca que Dios no escucha nuestras oraciones no significa que no lo haga. Un retraso en la respuesta tampoco significa necesariamente que Dios no nos escuche a causa de nuestro pecado. Muchas veces, Dios responde a nuestras oraciones de maneras inesperadas. Por ejemplo, puedes orar por un trabajo específico, pero el puesto se lo dan a otra persona porque Dios tiene algo diferente en mente para ti. O puede que ores para que te libere de una dificultad particular, pero es la voluntad de Dios que pases por esa prueba porque, a través de ella, Él trae sanidad a heridas pasadas. Si sentimos que Dios no escucha nuestras oraciones, es sabio examinar nuestro propio corazón. Cuando encontramos pecado en nuestras vidas, debemos arrepentirnos y confesarlo; Dios es fiel para perdonar (1 Juan 1:9). Pero también debemos seguir orando. Los Salmos son una buena demostración de lo honestos y vulnerables que podemos ser con Dios en la oración. Podemos admitir ante Dios que tenemos miedo de que no nos escuche y pedirle que nos muestre la razón o que nos dé paz en el silencio. En Lucas 18, Jesús “les refirió una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar” (Lucas 18:1). Persistir en la oración, especialmente con un corazón moldeable que busca de verdad la voluntad de Dios y está dispuesto a escucharlo, es lo correcto. Recuerda que nuestra fe está en Dios, no en la forma en que oramos o en el resultado específico de nuestras oraciones. Podemos orar por cosas y resultados específicos, pero en última instancia oramos para que se haga Su voluntad. Podemos imitar a Jesús en el huerto de Getsemaní (Mateo 26:36-46). El Padre escuchó la oración de Jesús, pero no permitió que la copa pasara de Él. Aun así, Jesús fue crucificado por nosotros, y lo hizo de buena gana, debido a Su gran amor. Jesús oró para que se hiciera la voluntad de Dios, y así fue. La salvación se puso a disposición de toda la humanidad (Juan 3:16-18). Por eso, nosotros también podemos acercarnos a Dios en oración. Podemos confiar en que Él nos escucha. También podemos confiar en que Él responderá como mejor le parezca. Por lo tanto, nos sometemos a Él, nos acercamos con valentía y entusiasmo, y confiamos en Él para el resultado. Lo que más deseamos es que se haga Su voluntad y que seamos transformados para parecernos más a Él (Romanos 8:28-29).

COMPRENDE

REFLEXIONA

PONLO EN PRÁCTICA