¿Quién era Dina en la Biblia?
En resumen:
Dina era una hija de Jacob y Lea que fue gravemente agraviada al ser violada. La historia de Dina nos desafía a responder correctamente al pecado y a la injusticia.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
Lo que sabemos de Dina en la Biblia se encuentra en Génesis 30:21 y Génesis 34. Dina era hija de Jacob y Lea. Fue violada por Siquem, hijo de Hamor, mientras visitaba a las mujeres del lugar en Canaán. A pesar de la violación, Siquem se enamoró de Dina y trató de casarse con ella con la ayuda de su padre. Los hijos de Jacob, enfadados por la deshonra de su hermana y su familia, aceptaron el matrimonio con la condición de que Siquem y los suyos se circuncidaran. Sin embargo, engañaron a la ciudad de Siquem, masacraron a los hombres y rescataron a Dina, lo que provocó la preocupación de Jacob por su seguridad entre las tribus vecinas. No obstante, Dios le aseguró a Jacob su herencia y protección, y Jacob escuchó y siguió a Dios (Génesis 35). En Génesis 46:15 se menciona a Dina como hija de Jacob y Lea, pero su destino no se menciona en los relatos bíblicos posteriores.
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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Dina es la menor y única hija conocida de Jacob y Lea (Génesis 30:21).
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Cuando su familia vivía en la tierra de Canaán, Dina fue a una de las ciudades a visitar a las mujeres del lugar. Durante su visita fue violada por un joven llamado Siquem. “Cuando la vio Siquem, hijo de Hamor heveo, príncipe de la tierra, se la llevó y se acostó con ella y la violó” (Génesis 34:2). Después, Siquem se enamoró de Dina y pidió ayuda a su padre para tomarla por esposa.
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Cuando Jacob se enteró de que su hija había sido violada, esperó a que sus hijos regresaran del campo para decidir cómo responder. Siquem y su padre llegaron pidiendo la mano de Dina en matrimonio. Hamor les explicó que sería una unión provechosa entre las dos familias, que les permitiría casarse y comerciar. Siquem también se ofreció a pagar la dote que pidieran. Los hijos de Jacob aceptaron el matrimonio siempre que Hamor, Siquem y todos los hombres de su ciudad se circuncidaran, pues para Dina, casarse con un hombre incircunciso habría sido una deshonra (Génesis 34:13-17). Hamor y Siquem estuvieron de acuerdo (Génesis 34:18).
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Los hijos de Jacob no aprobaban que Siquem se casara con su hermana. En cambio, querían justicia por la violación que había cometido. Estaban enojados porque sus acciones habían deshonrado a Dina y el nombre de la familia. Temían que, aunque se casaran, Dina seguiría siendo vista con desprecio y el comportamiento de Siquem sería ignorado. Al tercer día de la circuncisión comunitaria, Simeón y Leví entraron en la ciudad y mataron a Siquem, a Hamor y a todos los hombres sanos que aún se estaban recuperando. Los hijos de Jacob saquearon la ciudad y se llevaron las riquezas, el ganado, las mujeres y los niños. Después se llevaron a Dina de la casa de Siquem y regresaron a su hogar (Génesis 34:19-31).
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Jacob estaba disgustado con las acciones precipitadas de sus hijos, temiendo que los hubieran puesto en una posición peligrosa con sus vecinos cananeos y ferezeos. Sin embargo, Dios animó a Jacob, diciéndole que heredaría la tierra de Isaac y Abraham y que Él estaría con él. Jacob escuchó a Dios y lo siguió (Génesis 35:1-15).
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Dina aparece de nuevo como hija de Lea y Jacob en Génesis 46:15, pero no se la menciona en ningún otro lugar de la Biblia.
DEL NUEVO TESTAMENTO
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Dina no es mencionada en el Nuevo Testamento.
IMPLICACIONES PARA HOY
La historia de Dina es difícil. Su experiencia subraya la importancia de respetar a las personas como seres creados a imagen de Dios y no como objetos para ser usados. Las acciones de Siquem constituyeron una violación de la autonomía y la dignidad de Dina, y contravinieron las leyes de Dios (Génesis 34:7; Deuteronomio 22:13-29). El corazón de Dios es proteger a todas las personas y mantener Su hermoso diseño para el matrimonio y la intimidad. La justicia de Dios, aplicada a quienes no siguen Sus leyes, revela la severidad del pecado. Aunque Simeón y Leví se tomaron la justicia por su mano y pecaron, su reacción también revela que nuestra respuesta al pecado no debe ser de indiferencia. El pecado es una ofensa contra Dios y daña a los demás. Dios no es indiferente al pecado; la Biblia dice que Él odia el pecado (Salmo 11:5; Proverbios 16:16-19) y nos llama a odiar también el mal (Salmo 97:10; Proverbios 8:13; Amós 5:15; Romanos 12:9).
Cuando vemos el pecado y la injusticia, tenemos que confiar en que Dios es el juez último, que Su respuesta al pecado es mayor que la nuestra, y que no tenemos que buscar venganza. Esto no significa que no busquemos consecuencias justas para las malas acciones, pero no necesitamos buscar venganza de una manera pecaminosa como lo hicieron Simeón y Leví (Romanos 12:17-19). Necesitamos tener la misma perspectiva de Dios sobre el pecado y la injusticia, temer y confiar en el Señor, quien está en última instancia en control, y buscar responder de una manera piadosa a quienes están sufriendo.
COMPRENDE
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Dina fue violada por un hombre en Canaán.
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Los hermanos de Dina buscaron y ejecutaron venganza contra el violador de su hermana.
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Dios prometió al padre y a la familia de Dina que se les daría la tierra en la que estaban.
REFLEXIONA
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¿Cuál debe ser tu respuesta ante el pecado y la injusticia?
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¿Qué significa para ti confiar en Dios frente al pecado y la injusticia?
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¿Cómo puedes acompañar y ayudar a quienes sufren a causa del pecado y la injusticia?
PONLO EN PRÁCTICA
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Dina guarda silencio en su propia historia de injusticia. Aunque esto es un problema para algunos, culturalmente las mujeres no tenían voz como la tienen hoy. Sin embargo, las respuestas de sus hermanos revelan que la violación fue un pecado horrible y que la protección y el cuidado de la víctima son importantes para Dios.
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La negociación del matrimonio de Dina tras la violación refleja las normas culturales de la época, pero no la intención original de Dios. A pesar de ser una práctica común entonces, plantea cuestiones sobre las implicaciones éticas de tales acuerdos y el equilibrio entre las costumbres culturales, la necesidad económica y los derechos individuales.
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¿Cómo podemos animar a quienes han sufrido injusticias y pecados a que encuentren su voz y, en última- instancia, su confianza en Dios?
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