¿Dice algo la Biblia sobre la adulación?

En resumen:

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

La adulación es la alabanza excesiva e insincera, especialmente la que se hace para favorecer los intereses personales. La Biblia condena enérgicamente la adulación. La adulación está relacionada con aquellos que buscan engañar, mentir y preservar agendas personales. Se asocia con seductoras y falsos maestros. Cuando los falsos maestros adulan a sus seguidores, aumentan su autoestima. Esto se opone al mensaje que Jesús enseñó: que debemos morir a nosotros mismos para servir a Dios y a los demás. Debemos elegir diariamente poner a Dios por encima de todo lo demás en nuestras vidas. No debemos permitir que nadie controle nuestra percepción del mensaje de Cristo acariciando nuestro ego. En lugar de adular, debemos decir la verdad con amor (Efesios 4:15). Deberíamos seguir el ejemplo de Pablo cuando enseñó a la iglesia a no utilizar nunca la adulación para ganar adeptos para Cristo, diciendo: “Porque como saben, nunca fuimos1 a ustedes con palabras lisonjeras, ni con pretexto para sacar provechoa. Dios es testigo” (1 Tesalonicenses 2:5). Estamos llamados a seguir a Cristo y a decir la verdad pensando en el beneficio de los demás.

DEL ANTIGUO TESTAMENTO

DEL NUEVO TESTAMENTO

IMPLICACIONES PARA HOY

La adulación, a menudo motivada por intereses personales, puede infiltrarse sutilmente en nuestras relaciones, tanto dentro como fuera de la Iglesia. La Biblia nos llama a estar vigilantes contra ella, reconociendo que la adulación no está arraigada en el amor, sino en agendas personales. Cuando halagamos a otros, nuestras palabras pueden parecer edificantes, pero en última instancia son interesadas, con el objetivo de ganar favor o reconocimiento. Como cristianos, estamos llamados a decir la verdad con amor. Nuestro aliento debe edificar y beneficiar a los demás, en lugar de buscar nuestro propio beneficio. Para evitar caer en la trampa de la adulación, debemos reflexionar sobre nuestras motivaciones, permitir que el Espíritu Santo saque a la luz cualquier pecado, y asegurarnos de que nuestras palabras honran y sirven realmente a los propósitos de Dios, no a los nuestros. Cuando se dice la verdad con amor en nuestras relaciones, podemos edificarnos mutuamente y trabajar para vivir nuestra fe en una comunidad centrada en Cristo que crece en fe y comprensión.

COMPRENDE

REFLEXIONA

PONLO EN PRÁCTICA