Legalismo: ¿Qué dice la Biblia y cómo puede un cristiano evitarlo?

En resumen:

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

Los cristianos usan la palabra “legalismo” para describir la creencia de que seguir reglas es necesario para la salvación y la santificación. Un legalista es alguien que depende de su buena conducta, en lugar de la gracia de Dios, para la seguridad de su propia salvación y la de los demás. La Biblia condena el legalismo. Este desvía el enfoque de la gracia de Dios hacia el esfuerzo humano, lo que lleva a actitudes de juicio y soberbia. Jesús reprendió a los fariseos por su actitud legalista, señalando que aparentaban estar limpios por fuera, pero por dentro estaban llenos de pecado (Mateo 23:25). El legalismo es fruto del miedo y el orgullo, y causa culpa y vergüenza o una actitud severa hacia los demás. La verdadera salvación viene por gracia a través de la fe en Jesucristo, no por obras o por seguir reglas (Efesios 2:1-10).

DEL ANTIGUO TESTAMENTO

DEL NUEVO TESTAMENTO

IMPLICACIONES PARA HOY

El legalismo a menudo se hace evidente cuando una persona con esta tendencia observa un mal comportamiento en sí misma o en otra. Cuando el mal comportamiento se ve en ellos mismos, tienden a llenarse de vergüenza, arrepentimiento y culpa, castigándose o incluso dudando de su salvación. Cuando lo ven en otros, tienden a juzgarlos y a ser demasiado severos. Curiosamente, este tipo de persona a menudo vive una doble vida, cediendo en secreto al pecado mientras mantiene una apariencia intachable. El legalismo es causado por el miedo y el orgullo: miedo, cuando pensamos que la sangre de Jesús no es suficiente para salvarnos, y orgullo, cuando nos enorgullecemos indebidamente de nuestra propia moralidad y menospreciamos las faltas de los demás para sentirnos mejor con las nuestras. Debemos recordar que "la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo” (Juan 1:17) y “Porque por gracia ustedes han sido salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:8-10). El legalismo es inútil, ya que normas como “no manipules”, “no pruebes”, “no toques” y otras regulaciones, tienen “apariencia de sabiduría en una religión humana , en la humillación de sí mismo y en el trato severo del cuerpo, pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne” (Colosenses 2:20-23). Al final, el legalismo no mejora la condición moral de una persona y, a menudo, conduce a la hipocresía.

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