¿Quién era Abel en la Biblia?

En resumen:

Abel, hijo de Adán y Eva, murió inocente a manos de su hermano, un hecho que prefiguró la muerte de Jesús. Su fe nos motiva a seguir a Dios sin importar lo que hagan los demás.

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

Abel es el segundo hijo de Adán y Eva mencionado por nombre y hermano de Caín. Sus ofrendas fueron aceptables para Dios, mientras que los sacrificios de su hermano no. Enfurecido, Caín mató a Abel, cometiendo así el primer asesinato registrado en la Biblia. Dios castigó a Caín por su pecado, pero también proveyó redención a través de Set, el hijo que Adán y Eva tuvieron tras la muerte de Abel. La Biblia considera justo a Abel, y su fe lo convirtió en un verdadero adorador de Dios. Su justicia es un ejemplo para nosotros, y su muerte prefiguró el derramamiento de la sangre inocente de Jesús por nosotros.

DEL ANTIGUO TESTAMENTO

DEL NUEVO TESTAMENTO

IMPLICACIONES PARA HOY

Abel fue un hombre justo que obedecía a Dios, y sus acciones revelaron la autenticidad de su fe. Del mismo modo, nuestras acciones revelan el estado de nuestro corazón. Por la fe agradamos a Dios (Hebreos 11:6) y lo adoramos en espíritu y en verdad (Juan 4:24). Aunque experimentemos persecución por nuestra fe, como le sucedió a Abel (Juan 15:20; 2 Timoteo 3:12), podemos confiar en que Dios conoce nuestro corazón (1 Samuel 16:7) y juzgará correctamente el mal. La muerte y el derramamiento de sangre de Abel sirven como un tipo y una sombra de la muerte y el derramamiento de sangre de Jesús, a quien también asesinaron siendo inocente. La sangre de Jesús “habla mejor que la de Abel” (Hebreos 12:24). Mientras que la sangre de Abel clama por justicia, la sangre de Jesús provee la justicia por los pecados al rescatar a la humanidad del castigo merecido por estos (Isaías 53:5). Los sacrificios de Abel eran temporales, pero el sacrificio de Jesús es permanente. Jesús no permaneció muerto, sino que resucitó y vive hoy. Él ha vencido al pecado y a la muerte, y Su sangre derramada es el sacrificio que proveyó la salvación de una vez por todas (Hebreos 9:14; 1 Juan 1:7). A través de la historia de Abel, vemos que incluso cuando las cosas parecen ir terriblemente mal, el plan de Dios sigue adelante. Dios continuó un legado de justicia a través de Set y su descendencia. Dios prometió un Salvador después de que Adán y Eva pecaran (Génesis 3:15), y ese Salvador tiene el poder de traer redención y justicia a toda situación oscura (Romanos 3:24-26; Efesios 1:7; Colosenses 1:14).

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REFLEXIONA

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