¿Cuáles son algunas formas bíblicas para vencer la presión de los amigos?

Si lo más importante es complacer a los demás o que nos acepten, y esto sobrepasa nuestro deseo de seguir el camino de Dios, experimentamos una presión de grupo que resulta negativa. Para superar la presión de los amigos, debemos centrarnos en las expectativas que Dios tiene para nosotros, y no en las que creemos que los demás tienen para nosotros. Jesús dijo que Sus discípulos no son de este mundo (Juan 17:16). Pablo nos dice que somos ciudadanos del cielo (Filipenses 3:20). Pedro escribió: "Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras" (1 Pedro 2:11-12). Tenemos que mantener nuestra relación con Dios y nuestras relaciones con los demás en la perspectiva adecuada. Nuestro objetivo es agradar a Dios, no encajar en el mundo.

Habrá algunas personas, que a veces nos tratarán con desprecio a causa de nuestra fe y de nuestro Señor Jesucristo. Su problema es con Dios, no contigo (Lucas 10:16). Comprender esto puede aliviar nuestro sufrimiento. Sin embargo, en ocasiones, este entendimiento no nos proporciona un bálsamo. Sea como sea, cuando mantenemos nuestro enfoque en Dios, podemos resistir la presión de los compañeros. Podemos encontrar consuelo y valor en Él. Podemos llevarle nuestro dolor y confiar en que Él lo entiende. También podemos confiar en que Él nos capacitará para obedecerle y resistir la influencia negativa de aquellos que quieren desviarnos.

La Biblia no habla directamente de la presión de los demás, no obstante, hay muchos ejemplos en los que las multitudes o la cultura, o incluso las autoridades, ejercen presión, y a veces muy fuerte, sobre los cristianos.

Pedro y Juan fueron encarcelados (Hechos 4), Esteban fue apedreado hasta la muerte (Hechos 6-7), Pablo fue torturado, encarcelado, naufragó, y mucho más (Lee Hechos).

Aquí hay algunos versículos que se refieren a cómo lidiar con la presión de los amigos:

Romanos 12:2: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta".

Romanos 12:14-16: "Bendecid a los que os persiguen; bendecid y no maldigáis. Alegraos con los que se alegran, llorad con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros. No seáis altivos, sino asociaros con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión".

Segunda de Tesalonicenses 1:3-7: "Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder".

Primera de Pedro 1:13-21: "Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios".

Puede parecer que nuestras dificultades hacen que los demás sean nuestros enemigos, pero la realidad es que nuestras luchas están en los ámbitos espirituales: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:12). Pablo nos dice en este capítulo que nos armemos con armas y protección espirituales (Efesios 6).

Cuando maduramos en nuestra fe, nos parecemos más a Cristo (Romanos 8:29-30). Dios nos proveerá en todas las circunstancias (1 Corintios 10:13). Podemos aprender a decir: "Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:12-13).

Apóyate en el Salmo 23, el cual es un gran consuelo para los que sufren. Te ofrece ayuda y aliento. Comparte con Dios los desafíos y las dificultades de la presión de los amigos y pídele que sea tu protector y proveedor. Él puede y está dispuesto a hacerlo. Sigue cultivando amistades sólidas con otros creyentes que puedan animarte y apoyarte, y por los que tú puedas hacer lo mismo (Hebreos 10:24-25; 1 Corintios 15:33; Gálatas 6:1-10).

Recuerda también que los que ejercen presión sobre nosotros generalmente no tienen confianza en sí mismos o desean manipular e intimidar. Podemos orar para que puedan llegar a comprender mejor quién es Dios y lo que pueden ser en Cristo. Además, podemos orar para que tanto ellos como nosotros tengamos una imagen correcta de Dios y de nosotros mismos. No debemos someternos a los demás, sino sólo a Dios.



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