¿De qué manera nuestras vidas pueden testificar de Jesús?

Cuando una persona da un testimonio, ya sea en un tribunal o en cualquier otro lugar, normalmente significa que esa persona habla de algo que ha presenciado o experimentado. Vivir una vida de testimonio es mostrar una experiencia por la forma en que una persona vive su vida. Cuando demostramos por la forma en que vivimos nuestras vidas que hemos encontrado a Jesucristo y hemos sido transformados por Él, estamos viviendo una vida de testimonio para Jesús.

Es importante que no nos apoyemos en una vida de testimonio únicamente para proclamar el evangelio, sino que añadamos nuestras palabras a nuestras acciones. Cuando nuestras palabras y nuestras acciones coinciden, mostramos un mensaje claro sobre quiénes somos y de quiénes somos. Nuestras acciones dan credibilidad a nuestras palabras, y nuestras palabras explican la verdad de quién es Jesús y cómo la gente puede ser salva. Romanos 10:14-17 y 1 Pedro 3:15 nos enseñan este concepto.

Cuando hablamos de Jesús, y actuamos como Jesús, lo proclamamos públicamente como Señor de nuestras vidas. Él dijo a Sus seguidores que proclamaran el evangelio con palabras y acciones. Esto se conoce como la Gran Comisión y no se puede cumplir sin palabras y acciones.

"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:19-20).

Es importante entender que no podemos vivir nuestra vida como testimonio por nuestras propias fuerzas. Necesitamos la ayuda de Dios, tal y como reconoció Pablo en 2 Corintios 1:12: "Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros".

Pablo se apoyó en la gracia de Dios; nosotros hacemos lo mismo. Cuando somos transformados por Jesús, nuestra vida lo refleja y nuestras palabras también (Juan 15:1-11; Gálatas 5:22-23; Colosenses 4:5-6). Cuando no sepamos qué hacer, Dios responderá a nuestras oraciones para obtener sabiduría (Santiago 1:5).

Cuando vivimos vidas que llevan el fruto de nuestra salvación de manera tangible, y expresamos con palabras la realidad de la salvación en Jesucristo, damos un poderoso testimonio de la verdad y la gracia de Dios.



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