¿Influye la soberanía de Dios en la vida diaria?

La soberanía de Dios se puede definir como el control total de Dios sobre todo lo que hay en el universo. Aunque los seres humanos pueden tomar decisiones genuinas que tienen consecuencias verdaderas, en última instancia estas decisiones las causa o las permite Dios para cumplir Su divina y perfecta voluntad. Aunque con frecuencia la soberanía de Dios es objeto de debates teológicos, y polémicos, la doctrina de la soberanía de Dios es una doctrina práctica que tiene un impacto significativo en nuestra vida diaria.

La soberanía de Dios tiene un impacto tremendo en la vida diaria, puesto que elimina todo motivo de preocupación. Cuando todo lo que nos rodea parece ser un caos y una confusión, es muy reconfortante saber que nuestro poderoso y amoroso Dios lo tiene todo bajo control y que nada de lo que ocurre está fuera de Su voluntad. Incluso las cosas aparentemente terribles ocurren para cumplir el plan y el propósito perfectos de Dios, y todo ocurre para el bien de los que le aman y confían en Él. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó" (Romanos 8:28-30).

La soberanía de Dios también significa que lo que Él ha predeterminado se llevará a cabo porque Dios tiene el poder y la capacidad de hacer todo lo que ha planeado, especialmente para el beneficio de aquellos que Él ama. Esto quiere decir que no sólo Dios nos ama, sino que tiene el poder y la autoridad para cuidar de nosotros. Los que forman parte de la familia de Dios pueden confiar en el hecho de que nuestro Dios no sólo planea para nuestro bien, sino que puede hacer que todas las cosas funcionen para nuestro bien por el poder de Su voluntad.

La soberanía de Dios también tiene un impacto en la vida diaria, ya que podemos confiar en la obra santificadora de Dios en nosotros. Con frecuencia los cristianos sienten que son justificados (salvos) por Dios, aunque madurar en la fe depende completamente de ellos. Los cristianos desempeñan un papel en su propia madurez a través de la obediencia, sin embargo, es Dios quien en última instancia nos hace madurar en la fe (Filipenses 2:12-13). Habiéndonos escogido soberanamente para la salvación, Él también vigila nuestra santificación por medio del Espíritu Santo que mora en nosotros y nos guía, convence y hace madurar a aquellos en cuyos corazones Él habita (Romanos 8:9). La soberanía de Dios incluso supervisa nuestro pecado y rebelión esporádicos y los utiliza para hacernos madurar en la fe. Podemos confiar en que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Filipenses 1:6). Nuestra justificación, santificación y glorificación final están en manos de nuestro Dios soberano de acuerdo con Su plan desde la eternidad pasada (Romanos 8:29-34; Efesios 1:4-6).

La soberanía de Dios también afecta a nuestra toma de decisiones. Ya que Dios tiene el control, no hay necesidad de que los que Él ama estén prácticamente paralizados por la indecisión. Debemos saber que, además de Su soberanía, Él también es amoroso, paciente, poderoso, misericordioso, bondadoso y benévolo. Por lo tanto, podemos tomar decisiones confiando en la fidelidad de nuestro Padre celestial y en Su amor por Sus hijos. Las decisiones que podemos y debemos tomar en la vida pueden hacerse sin temor cuando confiamos en que son supervisadas por el control soberano de Dios. Tal confianza nos permite, por fe, saber que nuestro amoroso Padre ve todo el panorama y está obrando fielmente todo para nuestro bien y para Su gloria.

Asimismo, la soberanía de Dios influye en nuestra percepción de seguridad. Cuando comprendemos lo poderoso que es Dios y que nada puede frustrar Sus propósitos, no necesitamos dudar de nuestra salvación, de nuestro lugar en Su corazón o de nuestro destino eterno. No necesitamos temer el fracaso final o la destrucción definitiva (Romanos 8:1). Podemos confiar en que Dios hará Su voluntad y que será para nuestro beneficio.

Finalmente, la soberanía de Dios nos da la confianza de que todas estas cosas mencionadas anteriormente son verdaderas porque todas están proclamadas en Su Palabra. De forma soberana, Dios se ha encargado de que la Biblia se transmita a lo largo de los siglos, desde las copias a mano de los manuscritos originales hasta las numerosas traducciones impresas que tenemos hoy en día. Él la ha mantenido libre de errores, distorsiones y contradicciones, convirtiéndola, sin duda, en el documento antiguo que se ha reproducido con mayor exactitud.

La soberanía de Dios tiene un impacto en nuestras vidas hoy en día, ya que nos libera del miedo y la preocupación, nos da confianza en Su Palabra y en Su naturaleza, nos asegura Su continuo amor por nosotros, y nos permite afrontar el futuro con gozo en un mundo peligroso.



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