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El Espíritu Santo tiene una naturaleza muy diferente a la nuestra, así que, para ayudarnos a entender Su naturaleza y carácter, la Biblia nos ofrece muchos símbolos del Espíritu. Estos son algunos de los símbolos del Espíritu Santo que aparecen en la Biblia.
Paloma
Cuando Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre Él como una paloma. Este símbolo del Espíritu Santo es especialmente importante porque se registra en los cuatro Evangelios (Mateo 3:13-17; Marcos 1:9-11; Lucas 3:21-22; Juan 1:29-34). Mateo dice: "Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mateo 3:16-17). La paloma está relacionada con el agrado de Dios y Su bendición. El Espíritu Santo es puro, paciente y apacible. Jesús dijo a Sus seguidores: "He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas" (Mateo 10:16).
Aceite
Con frecuencia el aceite se utilizaba en el Antiguo Testamento para ungir a las personas en las funciones para las que Dios las había escogido. Después de la unción, el Espíritu Santo se posaba sobre la persona, como hizo con el rey David (1 Samuel 16:13). El aceite de la unción representa el favor, la elección y la bendición de Dios, especialmente para el llamado que Él ha puesto sobre la persona (Isaías 61:1; Lucas 4:18; Hechos 10:38). En el Nuevo Testamento, el aceite se sigue utilizando para representar la bendición de Dios: "Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas" (1 Juan 2:20).
Fuego
El fuego representa el poder y la presencia del Espíritu Santo, y también la purificación. Juan el Bautista predicó que Jesús vendría bautizando con Espíritu Santo y fuego (Mateo 3:11; Lucas 3:16-17). El Espíritu Santo apareció como lenguas de fuego cuando vino sobre los discípulos y el poder de Dios se manifestó cuando miles de personas fueron salvas el día de Pentecostés (Hechos 2:3-4). En otros pasajes de la Biblia también se usa la metáfora del fuego para referirse al Espíritu y al juicio (Éxodo 3:2; Isaías 4:4; 1 Tesalonicenses 5:19).
Viento/aliento
Jesús utiliza el viento como metáfora del Espíritu Santo. La misma palabra griega se utiliza tanto para "viento" como para "Espíritu" en Juan 3:8, cuando Jesús le dijo a Nicodemo: "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu" (Juan 3:8). El viento y el aliento revelan que el Espíritu Santo es la exhalación de Dios que trae vida. Al igual que el movimiento del aire, Su naturaleza y Su movimiento no son previsibles, aunque sus efectos son inconfundibles (Hechos 2:2; Juan 20:22).
Agua
"Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan 4:14). El Espíritu Santo es el manantial de vida que Jesús promete a quienes le buscan (Juan 7:37-39). Al igual que el agua, el Espíritu Santo nos limpia y refresca las almas sedientas (Isaías 12:3; 44:3), y asimismo el Espíritu Santo nos limpia de toda impureza (Ezequiel 36:25-27). Del mismo modo que el agua es esencial para la vida, también la limpieza y la llenura del Espíritu Santo son esenciales para la salvación: "Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:5).
Lluvia
La lluvia y el agua corriente representan el refrigerio del Espíritu Santo: "En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva" (Juan 7:37-38). Al igual que la lluvia, el Espíritu Santo trae abundancia y fertilidad: "Y conoceremos, y proseguiremos en conocer al Señor; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra" (Oseas 6:3; ver también Isaías 18,4). Cuando permanecemos en Cristo, nuestras vidas muestran el fruto que el Espíritu Santo hace en nosotros (Salmo 1:3; Gálatas 5:22-23).
Sello/arras
El sello o las arras son un símbolo de la seguridad de la salvación del creyente. El Espíritu Santo que habita en el cristiano es el sello o las arras que garantizan la vida eterna: "En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria" (Efesios 1:13-14; ver también Efesios 4:30; 2 Corintios 1:22).
Vino
El vino nuevo es el símbolo del nuevo pacto del que habla Jesús, y el Espíritu Santo que mora en nosotros forma parte del nuevo pacto (Mateo 9:17). Cuando los apóstoles fueron llenos del Espíritu Santo por primera vez, a algunas personas les pareció como si estuvieran embriagados con vino nuevo: "Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños" (Hechos 2:15-17). Efesios 5:18 dice: "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu".
Vestimenta
Antes de Su ascensión, Jesús dijo a Sus discípulos: "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto" (Lucas 24:49). El Espíritu Santo, al igual que la vestimenta, nos cubre con el poder y la gracia de Dios.