¿Qué es el Sermón de la llanura?

El Sermón de la llanura es un sermón que Jesús predicó a una gran multitud antes de entrar en Capernaum, como se registra en Lucas 6:20-49. El Sermón de la llanura es sorprendentemente similar al Sermón del monte que se registra en los capítulos 5-7 de Mateo. Ambos sermones aparecen en el relato después del llamado a los discípulos y antes de entrar en Capernaum para sanar al siervo del centurión. Ambos comienzan con las Bienaventuranzas e incluyen enseñanzas sobre amar a los demás, juzgar a los demás y conocer un árbol por sus frutos. Ambos terminan con la historia de los constructores sabios y necios. Sin embargo, el Sermón de la llanura transcurre cuando Jesús desciende de una montaña tras haber pasado la noche anterior en oración allí; el Sermón del monte sucede cuando Jesús asciende a una montaña como respuesta a las multitudes que se congregan. El Sermón de la llanura es notablemente más corto que el Sermón del monte, a pesar de incluir una lista de ayes que no aparecen en el Sermón del monte. Ambos sermones fueron pronunciados ante grandes multitudes, pero los grupos de personas mencionados entre las multitudes difieren entre los relatos de Lucas y Mateo.

A causa de las similitudes, algunos eruditos creen que estos sermones son simplemente diferentes relatos del mismo acontecimiento. Sin embargo, debido a las diferencias, muchos eruditos creen que se trata de dos sermones diferentes pronunciados en dos lugares diferentes a dos grupos diferentes. Como en la época bíblica los sermones no podían imprimirse y distribuirse en folletos ni grabarse y transmitirse por los medios de comunicación, era habitual que el mismo material se predicara varias veces en distintos lugares con ligeras variaciones para dirigirse a distintas multitudes. El hecho de que el Sermón de la Llanura del Evangelio de Lucas y el Sermón del monte del Evangelio de Mateo fueran o no el mismo sermón o dos eventos diferentes, no afecta al hecho de que esta enseñanza es la instrucción de Jesús a la gente que vino a seguirle. Merece la pena estudiar el Sermón de la llanura para inferir la sabiduría que Jesús quería impartir a Sus seguidores.

Después de sanar a la multitud de enfermedades y espíritus malignos, Jesús comenzó a predicar a Sus discípulos. Comenzó con una lista de bendiciones que parecía contracultural. En la época de Jesús, la gente creía que la prosperidad, la riqueza, la salud y la buena situación eran señales del favor de Dios y que la desgracia, la enfermedad y la pobreza eran señales del juicio de Dios. Por eso, las Bienaventuranzas en las que Jesús identificó como bienaventurados a los pobres, hambrientos, los que lloraban y los perseguidos entre Sus seguidores habrían sido un pensamiento radicalmente nuevo. Después, Jesús advirtió a los ricos, saciados, regocijados y respetados en la sociedad, pronunciando cuatro ayes en contraposición a las cuatro bendiciones anteriores. Luego llamó a Sus seguidores a amar a sus enemigos, orando por ellos, poniendo la otra mejilla y siendo generosos. Pronunció la Regla de Oro: "Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos" (Lucas 6:31).

Además, Jesús enseñó a no condenar y a perdonar. Dijo: "porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir" (Lucas 6:38). Jesús habló contra la hipocresía. Un ciego no puede guiar eficazmente a otro ciego; hay que formar discípulos. Los seguidores de Jesús deben considerar humildemente sus propios corazones, acciones y creencias antes de intentar enseñar o ayudar a otros a cambiar. "Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano" (Lucas 6:42).

Jesús explicó que, al igual que a un árbol se le conoce por el fruto que produce, también a una persona se le puede reconocer por lo que dice y por lo que hace, según el bien o el mal que guarda en su corazón. Jesús concluyó el Sermón de la llanura con una historia que contrastaba el éxito del constructor que cavó unos cimientos profundos sobre los que edificó su casa con el fracaso del constructor que construyó sin cimientos. Para el primer constructor, "cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca" (Lucas 6:48). Pero para el que construyó sin cimientos, "fue grande la ruina de aquella casa" (Lucas 6:49). Jesús dijo que los que ponían en práctica Su enseñanza eran como el constructor exitoso y los que sólo la oían y nunca la llevaban a cabo eran como el constructor fracasado.

Luego, Jesús entró en Capernaum y se asombró de la fe del centurión romano, quien confiaba en que una simple palabra de Jesús podía sanar a su siervo. De esta manera, el siervo fue sanado (Lucas 7:1-10). En muchos aspectos, este incidente es paralelo a la enseñanza que Jesús acababa de impartir. Como centurión romano, ese hombre habría sido rico, estaría bien alimentado y gozaría de respeto en comparación con Jesús y Sus seguidores. Sin embargo, al acercarse humildemente a Jesús, reconociendo su propia necesidad y la autoridad de Jesús, el centurión fue bendecido. Los judíos y los romanos eran enemigos naturales, pero Jesús ejemplificó el amor al ocuparse de la preocupación del romano. El centurión se consideró humildemente indigno de la presencia de Jesús, y por eso pidió que Jesús sólo pronunciara la palabra de sanidad desde lejos. El fruto de la vida de este hombre fiel (amaba al pueblo de Israel, se ocupó de la construcción de la sinagoga en Capernaum y habló de la autoridad de Jesús (Lucas 7:4, 5, 8)), reflejaba el bien que había almacenado en su corazón. Y su acto de pedir la sanidad a Jesús ejemplificó la sabiduría del constructor exitoso al poner en práctica su fe en Jesús. En este breve incidente, el Sermón de la Llanura cobró vida.

Podemos estar agradecidos por la sabiduría que Dios comparte con nosotros en Su Palabra, incluyendo la sabiduría que Jesús predicó durante el Sermón de la llanura.



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