¿De qué deberes son responsables los diáconos en la iglesia?

Los diáconos son el "equipo de apoyo" de la iglesia. Mientras que los ancianos enseñan teología bíblica y se ocupan de las necesidades espirituales de la congregación, los diáconos se ocupan de los asuntos prácticos.

El oficio de diácono se originó en Hechos 6:1-6:

“En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos.”

Los apóstoles podrían haberse atascado rápidamente en la administración de la iglesia; es difícil enseñar cuando sabes que las personas de la congregación pasan hambre. En su lugar, designaron a un grupo de hombres piadosos para que se ocuparan de las necesidades prácticas, de modo que pudieran concentrarse en enseñar y buscar la guía de Dios a través de la oración.

Las iglesias usan diáconos de diferentes maneras. Pueden preparar y servir la comunión, establecer salas para eventos, ocuparse de las instalaciones y los terrenos, orar con los confinados y, por supuesto, guiar a la iglesia para proporcionar a los miembros que necesitan ayuda financiera. En resumen, hacen cualquier cosa y todo lo que la iglesia necesita.

La posición del diácono es importante. Aunque los hombres asignados a este deber no buscan recompensa, nosotros, como fieles a la iglesia, debemos respetar su disposición a servir. En el cuerpo de Cristo, se podría decir que los diáconos son las manos.