¿Qué es un remanente en la Biblia?

Un remanente es una porción de algo que sobra de un todo. Por ejemplo, puede haber un remanente de personas, un remanente de alimentos o un remanente de tela. En términos bíblicos, la mayoría de las veces pensamos en remanente cuando nos referimos a personas, y más específicamente cuando nos referimos a Israel. En toda la Biblia vemos muchos ejemplos en los que Dios salva a un remanente de personas para Sí mismo, ya sea física o espiritualmente, o ambas cosas.

El primer lugar donde vemos un remanente es con Noé y su familia. Dios juzgó a la tierra por su gran maldad, sin embargo, mantuvo con vida a Noé y a su familia, apartados para restaurar la vida en la tierra (Génesis 6:17-18). Dios también preservó un remanente de Su pueblo cuando puso a José a cargo de Egipto con el fin de asegurarse que hubiera alimento para Su pueblo cuando llegara la gran hambruna a la tierra (Génesis 45:7). Otro ejemplo de un remanente es cuando Dios le aseguró a Elías que había preservado un remanente de israelitas que no se habían inclinado ante Baal en una época en que la mayoría de los israelitas adoraban al dios falso (1 Reyes 19:18).

Durante el reinado del rey Ezequías, Senaquerib de Asiria amenazó el reino del sur de Judá. En ese momento el Señor habló al rey Ezequías a través del profeta Isaías: "Y lo que hubiere escapado, lo que hubiere quedado de la casa de Judá, volverá a echar raíces abajo, y llevará fruto arriba. Porque saldrá de Jerusalén remanente, y del monte de Sion los que se salven. El celo del Señor de los ejércitos hará esto" (2 Reyes 19:30-31). Los planes de Senaquerib se frustraron cuando Dios destruyó a 185.000 guerreros asirios en su campamento. No obstante, Dios juzgó a Su pueblo por el pecado de apartarse de Él y adorar a los ídolos (Deuteronomio 28; 2 Reyes 24:3-4). Antes de la amenaza de Senaquerib, el reino del norte de Israel había sido llevado cautivo por Asiria hacia el año 740 a.C. (2 Reyes 17). El reino del sur de Judá fue llevado cautivo por Babilonia, que también había conquistado Asiria, en varias épocas entre el año 607 y el 586 a.C. En 2 Reyes 24 se describe el asedio del rey Nabucodonosor a Jerusalén.

Con todo, Dios aún reservó un remanente. Unos siete años antes del asedio de Nabucodonosor, Dios advirtió al pueblo a través del profeta Jeremías (Jeremías 25). El profeta dijo así: "Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho el Señor, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre" (Jeremías 25:11-12). Mientras Daniel estaba en Babilonia, se dio cuenta que los setenta años estaban llegando a su fin y buscó a Dios en oración (Daniel 9). Esdras 1:1 relata: "En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra del Señor por boca de Jeremías, despertó el Señor el espíritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y también por escrito por todo su reino". La proclamación era para que los israelitas regresaran a Jerusalén y reconstruyeran el templo. La población local debía ayudar con los materiales necesarios (Esdras 1:1-4).

Aunque Dios juzgó a Su pueblo por sus pecados, Su intención siempre fue purificar a Su pueblo y restaurarlo para Sí mismo. Vemos que muchos de los israelitas regresaron y que se volvieron al Señor (Esdras 8:35-36; Nehemías 8-10; Hageo 1:12-14).

Isaías 46:3-4 registra esta promesa de Dios a los israelitas: "Oídme, oh casa de Jacob, y todo el resto de la casa de Israel, los que sois traídos por mí desde el vientre, los que sois llevados desde la matriz. Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré" (Isaías 46,3-4). Pablo nos recuerda en Romanos que, aunque Dios ha extendido Su gracia a todos los pueblos, todavía ha conservado un remanente de Israel y sigue desarrollando Su plan para los israelitas (Romanos 11).

Dios no sólo tiene planes para Israel. Él ofrece la salvación a toda la humanidad. Lamentablemente, sólo un remanente se volverá a Él con fe y recibirá Su gracia (Mateo 7:13-14). Ahora bien, ese remanente será innumerable. Apocalipsis 7:9 describe una escena que Juan ve en el cielo de los que saldrán de la tribulación del fin de los tiempos como "una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero" (Apocalipsis 7:9-10). Imaginemos cuántos han sido justificados ante Dios por Su gracia mediante la fe a lo largo de los siglos (Romanos 4; Gálatas 2:21; 3:7-9; Efesios 2:1-10). Así como Dios es fiel al remanente de Israel, también lo es al remanente de la humanidad que se ha convertido en Sus hijos por medio de Jesucristo (Juan 1:12; 3:16-18; Efesios 1:3-14). ¡Él es digno de toda alabanza!



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