¿Qué significa 'que la paz de Cristo reine en vuestros corazones' (Colosenses 3:15)?

En Colosenses 3:14, el apóstol Pablo insta a los cristianos a mantener un estilo de vida santo amándose unos a otros, una virtud que garantiza la perfecta unidad de la iglesia del Colosas. Además, afirma: "Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos" (Colosenses 3:15).

Los falsos maestros habían provocado la división en la iglesia. Pablo explica que la manera de mantener la unidad es dejar que la paz de Cristo y "la palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales" (Colosenses 3:16).

La perfecta unidad entre los creyentes de la comunidad de fe es posible sólo cuando permiten que la paz de Cristo gobierne en sus corazones (Gálatas 3:26-29; 5:22-26; Efesios 2:11-22). El término gobernar significa "ser el factor que determina el resultado; mediar". En otras palabras, la paz de Cristo debe actuar como árbitro de nuestros corazones.

Anteriormente, Pablo dijo a los colosenses: "Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo" (Colosenses 2:8). Los creyentes no deben dejar que las falsas enseñanzas, las filosofías engañosas, las tradiciones humanas y las fuerzas espirituales del mundo lleven cautiva nuestra mente y nuestro corazón. Por el contrario, debemos derribar "argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:5). Debemos dejar que la paz de Cristo y la verdad de Su mensaje sean el factor decisivo en la forma en que vivimos y nos relacionamos con otros creyentes, especialmente cuando surgen conflictos.

Una de las garantías más reconfortantes de Jesucristo en la Biblia es Su promesa de otorgarnos paz en este mundo: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo" (Juan 14:27). Jesús vino a darnos paz (Lucas 2:14; Juan 16:33; Efesios 2:14-22). La "paz" de Colosenses 3:15 es "tranquilidad; ausencia de tensión o ansiedad mental; especialmente aquella que es el resultado de reconocer adecuadamente el valor de la salvación".

Jesucristo obtuvo la paz definitiva para nosotros al quitar la hostilidad entre Dios y nosotros mediante Su sacrificio expiatorio en la cruz para perdonar nuestro pecado, como quedó demostrado por Su resurrección. Romanos 5:1 dice: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". Cuando tenemos paz con Dios, también podemos tener paz con otras personas (ver, por ejemplo, Efesios 2:1-22; 4:1-32).

Cuando dejamos que la paz de Cristo gobierne en nuestros corazones, tomamos cada pensamiento de ansiedad y hacemos de él una oración. Filipenses 4:6-7 nos dice: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús".

Dejaremos que la paz de Cristo gobierne en nuestros corazones cuando vivamos de acuerdo con la Palabra de Dios, tal como lo demostraron Pablo y otros líderes de la iglesia: "Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros" (Filipenses 4:9). Pablo dijo a los romanos: "Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres" (Romanos 12:18). Hebreos 12:14 nos advierte: "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor".

Cuando mantenemos nuestra mirada puesta en Dios y confiamos en Él, dejamos que la paz de Cristo reine en nuestros corazones: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado" (Isaías 26:3). Dejamos que la paz de Cristo gobierne en nuestros corazones cuando amamos y obedecemos Su Palabra: "Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo" (Salmo 119:165).

La paz de Dios es una tremenda bendición (Números 6:24-26). Es un árbitro para gobernar en nuestros corazones, un guardián para vigilar nuestras mentes, un regalo extraordinariamente precioso de nuestro Salvador, una virtud necesaria para vivir en unidad con otros creyentes, y un recuerdo de la presencia constante de Dios para cuidarnos en esta vida.



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