¿Qué es un pacto?

Un pacto es un acuerdo de carácter obligatorio entre dos o más partes, parecido a una promesa o un contrato. Un pacto define la relación entre dos partes, cómo actuarán y las promesas que cumplirán entre sí. Por lo general, los pactos contienen elementos condicionales e incondicionales. A pesar que las relaciones de pacto están casi obsoletas en nuestra cultura, hay una que sobrevive y que podemos entender. El matrimonio es una relación de pacto entre dos personas; es jurídicamente obligatoria, pero lo más importante es que define la relación entre marido y mujer. Los dos se hacen ciertas promesas que se espera que cumplan, y al mismo tiempo existe la promesa de que cuando uno no cumpla sus promesas, el otro le amará incondicionalmente y seguirá cumpliendo su relación de pacto.

Los pactos aparecen en toda la Biblia para establecer una relación entre Dios y Su pueblo, y constituyen la columna vertebral de la estructura narrativa. Esto se hace más evidente cuando comprendemos que en la Biblia la palabra testamento es otra palabra para pacto; el Antiguo Testamento se podría traducir como Antiguo Pacto, y esta parte de la Biblia registra la época en que la humanidad vivía en relación con Dios bajo el antiguo pacto. Muchas veces, en las relaciones basadas en el pacto, el hombre no cumple su parte de la promesa, pero Dios, por Su carácter inmutable, mantiene las promesas del pacto.

Uno de los primeros pactos que vemos en las Escrituras es entre Dios y Noé (Génesis 6:18). Inmediatamente después del diluvio, Dios se dirige a Noé y le hace esta promesa: "Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra" (Génesis 9:11). Este pacto es uno entre Dios, Noé y toda la creación; el arco iris aún permanece en el cielo como señal de este pacto (Génesis 9:13-16). El pacto con Noé no le exige nada a él, sino que depende completamente de Dios.

Luego aparece el pacto abrahámico. En Génesis 12, Dios llama a Abraham de su tierra y le promete hacer de él una gran nación que bendeciría a todo el mundo. En Génesis 17, el pacto se sella con la señal de la circuncisión. Sin embargo, el acontecimiento más importante es la dramática escena de Génesis 15. Abraham le pide a Dios que le reafirme Su promesa de darle un hijo, y Dios le responde diciéndole que junte varios animales y los sacrifique, colocando sus mitades a ambos lados de un camino para que ellos lo recorran. Posteriormente, Dios duerme profundamente a Abraham y atraviesa las mitades de los animales para sellar el pacto entre ambos. El simbolismo de los animales partidos por la mitad está diciendo: "Que mi cuerpo sea cortado si yo rompo este pacto".

Otro pacto es el que conocemos como el antiguo pacto, establecido entre Dios y el pueblo de Israel en Éxodo 19. Dios llamó a Moisés al monte Sinaí, donde estableció los Diez Mandamientos y otros pormenores de las leyes de este pacto. La nueva relación entre Dios e Israel es como Él la describe aquí: "Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa" (Éxodo 19:3-6).

Tiempo después, Dios hace un pacto con David, prometiéndole la venida del Mesías. Dios promete traer un rey del linaje de David cuyo reino se establecerá para siempre (2 Samuel 7:12-13). Esta descripción del que vendrá nos habla de la esperanza de un nuevo pacto. En Jeremías 31:31-34, Dios describe cómo será Su nuevo pacto. A diferencia del antiguo pacto que su pueblo incumplió, en el nuevo pacto Dios pondrá Su ley en sus corazones. No habrá sacerdocio porque cada persona conocerá a Dios y Él perdonará sus pecados.

El nuevo pacto perdurará para siempre. Dios, más específicamente la segunda persona de la Trinidad, se hizo hombre en la forma de Jesucristo para poder establecer Su pacto sobre Su cuerpo herido. La sangre de Jesús es la "sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados" (Mateo 26:28; cf. Marcos 14:24). Este nuevo pacto cumple los requisitos del primer pacto y lo hace innecesario porque su fundamento está basado en mejores promesas (Hebreos 8:6, 13). Cuando participamos en la Santa Cena, recordamos el nuevo pacto (1 Corintios 11:25).

Jesús cumple el pacto abrahámico al ser la simiente que bendice a todas las naciones de alrededor (Gálatas 3:16), y mediante Su sacrificio el legado de Abraham incluye no sólo a sus descendientes de sangre, sino también a cualquier persona de cualquier nación que proclame el nombre de Cristo (Gálatas 3:24-29).



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