¿Qué significa que no se puede servir a dos señores en Mateo 6:24?
En resumen:
Mateo 6:24 indica que no podemos servir a Dios y a otra cosa. Los creyentes deben cuidarse de poner cualquier cosa —incluido el dinero— por encima de Dios.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
Como parte del Sermón del Monte de Jesús, Mateo 6:24 identifica el dinero o las riquezas terrenales como una tentación mundana que puede alejarnos de Dios. En nuestras vidas solo hay sitio para un amo: Dios. A lo largo del Antiguo y
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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Éxodo 20:3 expresa la primacía que Dios debe tener en nuestras vidas: “No tendrás otros dioses delante de Mí”. El dinero puede convertirse en un ídolo si le damos prioridad. Dios debe ser siempre lo primero.
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Eclesiastés 12:13 registra sabiduría para vivir: “La conclusión, cuando todo se ha oído, es esta: Teme a Dios y guarda Sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona”. Salomón, un hombre que poseía toda la riqueza y el prestigio mundanos que alguien pudiera imaginar, llegó a la conclusión de que seguir a Dios era el fin principal de la humanidad. Todo lo demás era “vanidad y correr tras el viento” (Eclesiastés 1:13-15).
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En Isaías 42:8, el Señor proclama: “Yo soy el Señor, ese es Mi nombre; / No daré Mi gloria a otro, / Ni Mi alabanza a imágenes talladas”. Dios no comparte Su gloria con nadie ni con nada. Cuando damos prioridad al dinero antes que a Dios, estamos anteponiendo otro dios a Él. Él es un “Dios celoso” (Éxodo 34:14), por nuestro bien.
DEL NUEVO TESTAMENTO
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En Mateo 6:24, Jesús dice: “Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas”. Nuestro corazón no puede estar con Dios y al mismo tiempo consumido por amasar riquezas materiales o éxitos terrenales. Como Jesús señaló, terminamos dando lealtad a uno y resintiendo al otro. Cuando algo es más importante para nosotros que Dios, nos ponemos en desacuerdo con Dios. Si el dinero es nuestro amo, Dios no lo es.
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La pregunta retórica de Jesús en Marcos 8:36 expresa lo que está en juego para aquellos que anteponen cualquier cosa a Cristo: “Pues, ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?”. Jesús dice esto poco después de que Pedro intentara disuadirlo del sufrimiento que tenía que soportar. El Señor reprendió a Pedro, diciéndole: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás! Porque no tienes la mente puesta en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Marcos 8:33). Muchas personas hacen lo mismo, pensando que pueden “ganar el mundo entero” a través de la riqueza, pero corren el riesgo de perder su alma cuando no dan prioridad a Cristo.
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Marcos 10:21-22 recoge la respuesta de Jesús a un joven rico que le preguntó cómo podía heredar la vida eterna: “Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme». Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes”. El joven tuvo que elegir entre el dinero y Jesús. La escritura muestra que Jesús “lo amó”, así que quiso mostrarle que había hecho del dinero su dios.
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En 1 Timoteo 6:10, Pablo describe las trágicas consecuencias para aquellos que eligieron al dinero como su amo en vez de a Jesús: “Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores”. La palabra “codiciándolo” en ese versículo muestra lo seductor que puede ser el dinero. Los creyentes deben resistir eso permaneciendo arraigados en la Palabra de Dios y estando contentos con lo que Dios provee para nosotros.
IMPLICACIONES PARA HOY
El tópico “el dinero no puede comprar la felicidad” hace que los cínicos pongan los ojos en blanco. Pero, como muchos adagios trillados, es cierto. La verdadera felicidad, la realización y el propósito no provienen de la riqueza. Esa plenitud proviene de hacer aquello para lo que fuimos creados: tener una relación con Dios.
Cuando eliges servir a cualquier amo —incluido el dinero— que no sea Dios, te privas de aquello para lo que fuiste creado. Si has puesto tu fe en Jesucristo, eres hijo de Dios (Juan 1:12; Gálatas 3:26; 1 Juan 3:1). Y ninguna cantidad de dinero te hace ser más o más grande de lo que ya eres en Dios. Tu lealtad debe ser a Dios, no a la riqueza. Esto no quiere decir que no debamos tener trabajos o relaciones o administrar bien nuestras finanzas. Al contrario, los creyentes estamos llamados a cuidar de nuestra familia (1 Timoteo 5:8), dar generosamente (1 Corintios 9:14; 2 Corintios 9:6-8; Gálatas 6:2, 6-10) y ser buenos administradores de los recursos con los que el Señor nos ha bendecido (1 Pedro 4:10).
Pero lo que impulsa nuestro comportamiento es agradar al Señor, no la riqueza y el beneficio personal. Nuestros valores son los de Dios, no los del mundo (Colosenses 3:1-17). El costo de amar el dinero es demasiado alto; nos aleja de Dios. En nuestras vidas solo hay sitio para un amo: Dios.
COMPRENDE
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No puedes servir tanto a Dios como al dinero porque tu corazón solo puede estar completamente dedicado a un amo.
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Perseguir la riqueza o el éxito material por encima de Dios es idolatría y te aleja de Él.
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La verdadera realización viene de buscar el reino de Dios, no de buscar riquezas terrenales.
REFLEXIONA
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¿Cómo identificas las cosas en tu vida que podrían estar compitiendo con Dios por tu plena devoción?
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¿Cómo has experimentado la tensión de intentar equilibrar la fe y la búsqueda del éxito material?
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¿Cómo puedes buscar el reino de Dios en lugar de las riquezas terrenales?
PONLO EN PRÁCTICA
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¿De qué manera la advertencia de la Biblia sobre servir a dos señores desafía la visión del mundo sobre el dinero y el éxito?
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¿Qué significa en la práctica servir a Dios por encima de todo en la sociedad materialista de hoy?
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¿Cómo puedes evaluar si algo se ha convertido en un “amo” en tu vida, alejándote de la devoción incondicional a Dios?
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