¿Qué es la naturaleza humana?
En resumen:
La naturaleza humana fue creada a imagen de Dios, pero el pecado la corrompió. A través de la fe en Jesucristo, nuestra naturaleza caída puede ser transformada en una nueva creación que refleja la justicia y Su santidad.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
La naturaleza humana es lo que nos hace intrínsecamente humanos y distintos de todas las demás criaturas. La naturaleza humana incluye la capacidad de crear, razonar, amar y experimentar una amplia gama de emociones. Esta capacidad no se encuentra en ninguna otra forma de vida.
Los seres humanos fuimos creados a imagen de Dios, lo que nos confiere una capacidad única para la razón, la moralidad y la relación con Dios y con los demás. Sin embargo, tras la caída de Adán y Eva, la naturaleza humana se corrompió por el pecado, inclinándonos hacia el egoísmo y la desobediencia. Esta naturaleza pecaminosa afecta a todos los aspectos de nuestro ser: nuestros pensamientos, emociones, deseos y acciones.
Aunque somos capaces de grandes cosas buenas, también somos pecadores por naturaleza y por elección, y propensos a pecar, y sin la intervención de Dios a través de Jesucristo, permanecemos esclavizados a nuestra naturaleza caída. A través de Cristo, nuestra naturaleza puede ser redimida, y podemos ser transformados en una nueva creación que refleja la justicia y Su santidad.
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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Los seres humanos fueron creados a imagen de Dios (Génesis 1:26-27). La naturaleza humana es una creación única que de alguna manera refleja al Creador.
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Poco después de la creación, Adán y Eva pecaron, y el pecado y la muerte entraron en el mundo. Como resultado, toda la naturaleza humana se ha corrompido. Nuestra naturaleza está ahora inclinada hacia el pecado, de modo que el corazón no regenerado del hombre es “Más engañoso que todo es el corazón, / Y sin remedio” (Jeremías 17:9).
DEL NUEVO TESTAMENTO
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Como resultado de la caída, cada parte del hombre —su mente, voluntad, emociones y cuerpo— se ve afectada (Romanos 3:9-18). La naturaleza humana pecaminosa se denomina “la carne” en algunas traducciones de la Biblia (Romanos 8:3; 2 Pedro 2:18).
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Sin Cristo, somos víctimas de la debilidad de la carne. El apóstol Pablo describió su estado natural como “carnal, vendido a la esclavitud del pecado” (Romanos 7:14).
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La única manera en que nuestra naturaleza humana puede ser redimida es por la fe en Cristo. Necesitamos desesperadamente un Salvador que nos salve de lo que el pecado ha destruido y distorsionado, y por eso Dios envió a Su Hijo, Jesucristo. Jesús vino “en semejanza de carne de pecado” y mediante Su muerte y resurrección “condenó al pecado en la carne” (Romanos 8:3). Los que confían en Cristo se convierten en una nueva creación: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). La “nueva creación” incluye una naturaleza totalmente nueva, el “nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24).
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La naturaleza humana cambiará en última instancia al final de los tiempos, cuando Dios haga nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5). En la eternidad con Dios, los creyentes serán liberados de la maldición. No habrá más dolor ni tristeza, y todo será hecho perfecto. El propósito de Dios es que Sus hijos “seamos glorificados con Él” (Romanos 8:17).
IMPLICACIONES PARA HOY
Incluso después de nacer de nuevo, la lucha humana contra el pecado continúa (Romanos 7). Las palabras de Pablo en Romanos 7 ponen de relieve la lucha continua entre nuestra naturaleza pecaminosa y el deseo de hacer lo que es correcto. Esta lucha no es exclusiva de unos pocos; es una experiencia humana universal. Santiago 5:17 te recuerda que incluso los que consideramos justos, como el profeta Elías, compartían la misma naturaleza humana, con sus debilidades y tentaciones.
Sin embargo, la diferencia para ti como creyente en Cristo es importante. Mientras que el pecado una vez te mantuvo en sus garras, controlando tus acciones y deseos, tu nueva identidad en Cristo rompe ese poder. A través de la obra del Espíritu Santo en ti, ya no eres esclavo del pecado.
Romanos 12:2 te anima a no conformarte a los patrones de este mundo, que a menudo son impulsados por deseos pecaminosos, sino a ser transformado por la renovación de tu mente. Esta transformación es un proceso continuo, que requiere un esfuerzo intencionado y la confianza en la gracia de Dios.
Vivir una vida santa ante el Señor es un viaje continuo y deliberado. Filipenses 2:12 insta a los creyentes a: “ocúpense en su salvación con temor y temblor”. Esto no significa que te ganes la salvación con tu esfuerzo, sino que participas activamente en el proceso de parecerte más a Cristo. Implica tomar decisiones diarias para resistir al pecado, renovar tu mente con la Palabra de Dios y cultivar una vida de oración y obediencia. Es un proceso marcado tanto por las victorias como por los fracasos, pero guiado en última instancia por la presencia fiel y la gracia fortalecedora de Dios.
COMPRENDE
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La naturaleza humana fue creada para reflejar la imagen de Dios.
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El pecado distorsionó nuestra naturaleza humana.
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A través de Jesús, nuestra naturaleza puede ser transformada y renovada.
REFLEXIONA
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¿Cómo influye en tu forma de verte a ti mismo y a los demás el saber que has sido creado a imagen de Dios?
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¿En qué áreas de tu vida luchas más con tu naturaleza pecaminosa? ¿Cómo puedes confiar en Cristo para la transformación?
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¿De qué manera el concepto de ser una “nueva creación” en Cristo te desafía o te anima en tu caminar diario con Dios?
PONLO EN PRÁCTICA
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¿Qué refleja acerca de Su carácter la forma en que Dios creó nuestra naturaleza humana?
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¿Cómo impacta en la vida el hecho de que los seres humanos fueron hechos a imagen de Dios pero corrompidos por el pecado?
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¿Cómo ves los efectos de nuestra naturaleza caída en el mundo que te rodea, y cómo puedes responder como creyente?
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