¿Estaba María libre de pecado?

En resumen:

La doctrina católica romana de la Inmaculada Concepción enseña que María estuvo libre de pecado desde su concepción. Sin embargo, la Biblia deja claro que todos los seres humanos, incluida María, son pecadores que necesitan un Salvador. Solo Jesucristo nació sin pecado, ya que era plenamente humano y plenamente divino.

¿QUÉ DICE LA BIBLIA?

La creencia católica romana en la impecabilidad de María —la Inmaculada Concepción— afirma que fue preservada de toda mancha de pecado original. Sin embargo, las Escrituras no mencionan tal condición para María. Por el contrario, afirman claramente la universalidad del pecado entre la humanidad y muestran explícitamente que solo Jesucristo está libre de pecado. La idea de que María es sin pecado se deriva principalmente de Lucas 1:28, donde el ángel Gabriel se dirige a María como “favorecida”, o “llena de gracia” en algunas traducciones. Sin embargo, el término griego utilizado aquí, charitoo, significa simplemente “otorgar gracia” u “honrar con bendiciones”. Aunque María fue indudablemente bendecida por Dios al ser elegida como madre de Jesús, esta frase no implica impecabilidad.

DEL ANTIGUO TESTAMENTO

DEL NUEVO TESTAMENTO

IMPLICACIONES PARA HOY

La afirmación de la impecabilidad de María disminuye la naturaleza única de Cristo como único ser humano sin pecado. Las Escrituras enseñan que Jesús evitó la naturaleza pecaminosa no por la impecabilidad de María, sino por Su concepción milagrosa por el Espíritu Santo (Mateo 1:18-23). La Biblia afirma además que la salvación es necesaria para todos los seres humanos y solo es posible a través de Cristo (Juan 14:6; Hechos 4:12). Aunque María no estaba libre de pecado, es un modelo de fe y obediencia. Reconoció su necesidad de un Salvador (Lucas 1:47) y aceptó humildemente el plan de Dios (Lucas 1:38). Este ejemplo debería inspirarte a confiar en la gracia de Dios, sabiendo que Él utiliza a personas imperfectas para cumplir Sus propósitos (1 Corintios 1:27). Debes centrarte en honrar a Jesús como único mediador y perfecto Salvador, respetando el papel de María sin elevarlo más allá de la narración bíblica.

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