La aseidad de Dios es Su naturaleza eterna, no creada e inmutable, Su completa soberanía y Su suprema autosuficiencia. Este mismo Dios, Creador de todas las cosas, quiere tener una relación personal contigo.
Dios es la definición misma de la aseidad: existir independientemente de todo lo demás; no ser creado y ser necesario. Dios es único en Su ser. Es autosuficiente y autoexistente. Siempre ha existido, no tiene principio ni fin. Es perfecto en todos los sentidos. Es el Creador de todas las cosas y gobierna con soberanía los asuntos de la humanidad. Aunque Dios no necesita a nadie, creó a la humanidad para relacionarse y tener comunión con Él a través de una relación personal. Cuando la humanidad pecó, Él eligió amar a la gente del mundo enviando a Su único Hijo, Jesús, para salvarla del pecado y la muerte mediante Su propia muerte y resurrección. Por la fe en Jesucristo, quienes creen en Él reciben el don de la vida eterna, el perdón de sus pecados, el poder y la presencia del Espíritu Santo, y son llamados hijos de Dios.
A medida que comprendemos la aseidad de Dios, puedes optar por apoyarte en Él con total confianza. Él es el único fundamento firme sobre el que puedes construir tu vida. Es digno de confianza, y Sus planes y propósitos para ti siempre prevalecerán. Dios nunca ha cambiado y nunca cambiará. En un mundo de constante cambio, confusión y caos, Él es tu refugio y fortaleza, tu constante y tu paz a través de cualquier tormenta. Jesús dijo: “Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen, Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Como cristiano, puedes confiar plenamente en que Dios es fiel. Todo lo que Él ha dicho en Su palabra es verdad y se cumplirá. Elegir confiar en Dios y obedecer Su palabra es verdadera sabiduría, dada la realidad de Su aseidad.