En Lucas 16:17, Jesús dice: “Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se anule una tilde de la ley”. En Mateo 5:17-18, como parte de Su Sermón del Monte, Jesús dice: “No piensen que he venido para anular la ley o los profetas; no he venido para anular, sino para cumplir. Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que todo se cumpla”. Es importante mantener las declaraciones de Jesús en su contexto. En Lucas, Él dijo: “La ley y los profetas se proclamaron hasta Juan; desde entonces se anuncian las buenas nuevas del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él” (Lucas 16:16). A continuación, en el versículo 17, afirma la permanencia de la Ley para que no se piense que la venida de Juan el Bautista la había anulado de algún modo. Aun cuando el reino se predicaba a la nación de Israel, la Ley mantenía su lugar como revelación de la norma santa de Dios. Como dice John MacArthur: “Los grandes principios morales de la ley, las verdades eternas contenidas en los tipos y símbolos de la ley, y las promesas registradas por los profetas, todos permanecen en vigor y no son abrogados por el mensaje del reino” (Study Helps, The MacArthur Study Bible, 1997).
La Ley siempre tuvo el propósito de revelar nuestro pecado y nuestra necesidad del Señor. Daba a los israelitas una visión específica de quién es Dios y de cómo Él quiere que vivan. Proporcionaba el marco para revelar cómo debemos entrar en Su presencia. La Ley nunca salvó a nadie, aunque expiaba los pecados del pueblo y apuntaba al sacrificio único que vino a través de Cristo. Los sacrificios que los hebreos debían ofrecer cada día no fueron anulados por la muerte de Cristo, sino que hallaron su pleno cumplimiento en Su muerte. Ya no horneamos pan, lo rociamos con incienso y lo colocamos sobre una mesa en un templo (Levítico 24:5-7). En su lugar, ponemos nuestra mirada en el Pan de Vida, Jesucristo (Juan 6:51). La mesa de los panes de la proposición era una imagen de lo que estaba por venir; ya no es parte de nuestro culto actual, pero sigue siendo parte de los cimientos sobre los que se edifica nuestra fe (Efesios 2:20). Los seguidores de Jesús son salvos por gracia mediante la fe en Su obra consumada en la cruz y en Su resurrección de entre los muertos (Efesios 2:1-10). Esta es la buena nueva, el evangelio: como no podemos cumplir la Ley, Cristo la cumplió por nosotros, y por eso tenemos todas las bendiciones celestiales en Él. Con la venida del Espíritu de Dios, los creyentes tenemos Su ley escrita en nuestros corazones (Efesios 1). Los creyentes buscan vivir para el Señor y cumplir la ley de Cristo, caminando en el don divino del perdón de pecados, permaneciendo en Su amor y creciendo gradualmente para ser más semejantes a Él en santidad y amor (Juan 15:1-17).