¿Cuál es la historia del Huerto de Getsemaní la noche en que Jesús fue arrestado?
En resumen:
En el huerto de Getsemaní, Jesús fue a orar para prepararse para Su arresto, juicio y crucifixión. La experiencia en Getsemaní es una poderosa imagen de la sumisión a la voluntad del Padre en lugar de a la nuestra.
¿QUÉ DICE LA BIBLIA?
Después de la Última Cena, Jesús llevó a Sus discípulos al huerto de Getsemaní. Les pidió que se sentaran en un lugar mientras Él se iba a orar, llevando consigo a tres de ellos: Pedro, Santiago y Juan. Oró con profunda angustia, pidiendo a Dios si era posible evitar el sufrimiento inminente, pero sometiéndose finalmente a Su voluntad. Mientras tanto, Pedro, Santiago y Juan se durmieron a pesar de que Jesús les había pedido que vigilaran. Judas llegó entonces con una multitud para arrestar a Jesús, traicionándolo con un beso. Cuando Pedro reaccionó cortándole la oreja a un siervo, Jesús lo reprendió y sanó al hombre. La sumisión de Jesús, incluso en medio de una gran angustia, nos sirve de ejemplo para confiar y seguir la voluntad de Dios en medio de la adversidad.
DEL ANTIGUO TESTAMENTO
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La historia del huerto de Getsemaní en la noche en que Jesús fue arrestado no aparece en el Antiguo Testamento.
DEL NUEVO TESTAMENTO
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El relato del Huerto de Getsemaní se encuentra en Mateo 26:36-56, Marcos 14:32-52, Lucas 22:39-53 y Juan 18:1-11.
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Después de la Última Cena, Judas salió para notificar a los sumos sacerdotes que Jesús sería vulnerable. Jesús condujo a los discípulos restantes al huerto de Getsemaní. El huerto, posiblemente un olivar (“getsemaní” significa “prensa de aceite”), estaba situado en la ladera del Monte de los Olivos. Juan 18:1 describe la zona como al otro lado del arroyo Cedrón.
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Una vez que llegaron, Jesús se llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan —Sus tres seguidores más cercanos— y les pidió que se quedaran con Él. Les dijo: “Mi alma está muy afligida, hasta el punto de la muerte; quédense aquí y velen junto a Mí” (Mateo 26:38). Jesús, entonces, se alejó un poco más, se postró sobre Su rostro y, en agonía, pidió a Dios que encontrara otro camino. Su sudor caía como gotas de sangre, y Dios envió un ángel para fortalecerlo (Lucas 22:43-44). Mientras Jesús oraba angustiado, Pedro, Santiago y Juan se durmieron.
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Jesús volvió a los tres y los despertó. “¿Conque no pudieron velar una hora junto a Mí? Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:40-41). Oró de nuevo, sometiéndose humilde y activamente a la voluntad de Dios. Los discípulos volvieron a dormirse.
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Cuando Jesús los encontró durmiendo otra vez, regresó a la oración, reiterando Su angustia por lo que debía hacer, así como Su sumisión. Luego volvió a Sus discípulos y los despertó, diciendo: “¡Levántense! ¡Vamos! Miren, está cerca el que me entrega” (Mateo 26:46).
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Mientras Jesús hablaba, llegó Judas, seguido de un gran número de hombres con espadas, antorchas y garrotes: una cohorte romana (de trescientos a seiscientos hombres), así como oficiales de los sumos sacerdotes y fariseos. Judas se dirigió a Él —llamándole “Rabí” o maestro— y lo besó, un saludo tradicional en aquella época.
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Jesús preguntó a los soldados a quién buscaban. Cuando dijeron “a Jesús de Nazaret”, Él respondió: “Yo soy”. En respuesta, los guardias y soldados retrocedieron y cayeron al suelo (Juan 18:4-6).
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Jesús se entregó a la multitud, pero Sus discípulos no. Uno de ellos preguntó si debían defenderse (Lucas 22:49). Pedro sacó su espada y le cortó la oreja a Malco, el siervo del sumo sacerdote (Lucas 22:50; Juan 18:10). Jesús reprendió a Pedro, diciendo: “Mete la espada en la vaina. La copa que el Padre me ha dado, ¿acaso no la he de beber?” (Juan 18:11). Mateo lo recoge de esta manera: “Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que tomen la espada, a espada perecerán. ¿O piensas que no puedo rogar a Mi Padre, y Él pondría a Mi disposición ahora mismo más de doce legiones de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras que dicen que así debe suceder?” (Mateo 26:52-54). Jesús también sanó la oreja de Malco (Lucas 22:51).
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Jesús señaló la cobardía de la turba, que vino a enfrentarse a un hombre desarmado en plena noche en vez de prenderle de día, donde la gente pudiera ver. Pero, como hizo en Su oración, reconoció que ese era el plan de Dios (Mateo 26:55-56; Lucas 22:52-53). Cada miembro de la turba era responsable de su propia elección, pero Jesús no se opondría a las instrucciones de Dios.
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Cuando los guardias se llevaron a Jesús, los discípulos huyeron (Marcos 14:50). Un joven, tal vez Marcos, “Cierto joven lo seguía, vestido solo con una sábana de lino sobre su cuerpo; y lo sujetaron. Pero él, soltando la sábana, huyó desnudo” (Marcos 14:51-52).
IMPLICACIONES PARA HOY
La historia del huerto de Getsemaní ilustra la sumisión a la voluntad de Dios en medio de un intenso sufrimiento personal. Jesús, plenamente consciente del dolor y el sacrificio inminentes, oró fervientemente pidiendo una alternativa. Su sentida súplica, “Padre Mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras” (Mateo 26:39), revela Su vulnerabilidad humana y Su obediencia divina. A pesar de Su profunda angustia, marcada por el sudor que caía como gotas de sangre, Jesús optó finalmente por seguir el plan de Dios.
Aunque es natural sentir miedo, debemos buscar la ayuda de Dios en circunstancias difíciles. Dios quiere que acudamos a Él con sinceridad, especialmente en nuestros momentos de necesidad. Mantener una relación cercana con Dios es lo que nos ayuda a perseverar en los momentos difíciles. La oración se convierte en una fuente de consuelo, guía y fuerza para soportar las dificultades cuando nos aferramos a Aquel que nos conoce, nos ve y tiene la fuerza que necesitamos. La sumisión de Jesús a la voluntad de Dios, incluso a costa de Su propia vida, también sirve como el ejemplo supremo de obediencia y sacrificio, desafiando a los creyentes a considerar su propia disposición a seguir la voluntad de Dios, incluso cuando exige un sacrificio o se desvía de sus planes.
Los discípulos ni siquiera pudieron permanecer despiertos mientras Jesús oraba, a pesar de que las circunstancias los llevaban a estar asustados y cansados. Jesús, sin embargo, afrontó plenamente todo lo que iba a soportar, a pesar de la inmensa dificultad. Su compromiso inquebrantable con la voluntad de Dios, independientemente de las acciones de quienes lo rodeaban, nos proporciona un poderoso ejemplo de fe y obediencia, instando a los creyentes a permanecer fieles a Dios, incluso cuando otros no lo hagan.
COMPRENDE
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Jesús oró con profunda angustia en Getsemaní, pidiendo a Dios que le quitara Su sufrimiento, pero finalmente se sometió a la voluntad de Dios mientras Sus discípulos se dormían.
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Judas traicionó a Jesús con un beso, guiando a hombres armados para arrestarlo. Pedro le cortó la oreja a un siervo, que Jesús sanó, enfatizando Su compromiso con el plan de Dios a Su manera y en Su tiempo.
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Después del arresto de Jesús, todos Sus discípulos huyeron, cumpliendo Su predicción de que lo abandonarían.
REFLEXIONA
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¿Cómo respondes cuando te enfrentas a una situación difícil que desafía tu fe y tu confianza en el plan de Dios?
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¿Cómo puedes mejorar tu vida de oración para buscar la guía y la fortaleza de Dios, especialmente en momentos de angustia?
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¿Ha habido momentos en los que has luchado por someterte a la voluntad de Dios? ¿Cómo puedes aprender del ejemplo de obediencia y confianza de Jesús?
PONLO EN PRÁCTICA
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¿Cómo sabían los autores de los Evangelios lo que Jesús oró si los tres más cercanos a Él estaban dormidos? La Biblia no lo dice. O Jesús se lo contó después de la resurrección, o el Espíritu Santo se lo reveló.
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¿Por qué retrocedieron los soldados cuando Jesús dijo “Yo soy”? Algunas versiones de la Biblia añaden “él” para clarificar, pero lo que Jesús realmente dijo fue “Yo soy”. Parece que Jesús se refería al “YO SOY”, el nombre de Dios (Éxodo 3:14). Jesús se reveló como Dios. Ante ese nombre —el poder y la identidad—, los guardias cayeron por el temor ante Su gloria.
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¿Qué te enseña la oración de Jesús en Getsemaní sobre la importancia de ser sincero con Dios acerca de tus miedos y deseos?
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