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¿Qué dice la Biblia acerca de tratar con personas conflictivas?

Las personas conflictivas están en todas partes. Hostiles, groseras, odiosas, egoístas, impacientes, indiferentes y aún peor (Romanos 1: 29–31; 2 Timoteo 3: 1–4; Gálatas 5: 19–21; 1 Corintios 6: 9–11). Lo que puede ser impactante para muchos de nosotros es que podemos y nos habemos comportado igual que estas personas. ¿Somos siempre hostiles, groseros, mezquinos, egoístas, impacientes e indiferentes? No, pero todos tenemos las semillas de todas esas actitudes en nuestros corazones (Mateo 15:19; Jeremías 17: 9). Por lo tanto, el primer paso para ayudarnos a lidiar con personas difíciles es comprender que no somos mejores que esas personas por naturaleza (Efesios 2: 1–3). Vivimos en un mundo caído lleno de gente pecadora. Debemos recordarnos este hecho para que no nos sorprendamos cuando nos encontramos con personas conflictivas o cuando nos comportamos como personas conflictivas.

Si hemos recibido a Jesucristo, entonces somos perdonados por estas actitudes y comportamientos pecaminosos. Cuando nos encontramos exhibiendo tales actitudes y comportamientos, nos confesamos a Dios y confiamos en que Él ya nos ha perdonado y nos limpiará (1 Juan 1: 8–9). Hacemos modificaciones cuando es posible y buscamos vivir de manera diferente. El perdón de Dios ante nuestra actitud conflictiva y pecaminosa es la base de cómo debemos responder a las personas difíciles, que es con la gracia.

Como creyentes en Cristo, nuestro mandato no es igualar o devolver mal por mal, sino devolver mal con bien (Romanos 12: 19–21). Estamos llamados a amar a nuestros enemigos y orar por aquellos que nos persiguen (Mateo 5: 43–45). Esto puede parecer imposible, y en nuestro propio poder es imposible. Sin embargo, con Dios obrando en nosotros es posible (Mateo 19:26).

Devolver el mal con el bien puede irritar nuestro sentido de la justicia, y algunas veces con razón. Sin embargo, debemos recordar que es el papel de Dios el impartir justicia. Debemos dejar el asunto en las manos de Dios y confiar en que Él juzgará con justicia (Romanos 12:19). Lo más importante es que debemos darnos cuenta de que no hemos recibido lo que merecemos de Dios, sino que hemos recibido misericordia y un favor inmerecido. A pesar de que éramos hostiles y nos encontrábamos en enemistad con Dios, Él envió a Su Hijo a morir por nuestros pecados (Romanos 5: 6–8; Efesios 2: 1–10). Jesús, incluso mientras estaba siendo perseguido, oró por sus atormentadores (Lucas 23:34).

Como aclaración, no es incorrecto involucrar a las autoridades legales. El comportamiento criminal no es a lo que nos referimos cuando hablamos de "personas conflictivas". Dios ha establecido autoridades sociales para defender la ley, y no es incorrecto usarlas (Romanos 13: 1–7). Sin embargo, no debemos buscar la justicia social a través de la venganza. De manera similar, dependiendo del comportamiento conflictivo, no es incorrecto involucrar a las autoridades de la iglesia. Mateo 18: 15–20 describe el procedimiento adecuado para abordar las quejas entre los miembros de la iglesia. Nuevamente, la intención no es buscar venganza, sino lograr la paz.

Como creyentes en Cristo estamos habitados por el Espíritu de Dios que produce las actitudes de amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5: 22-23). Por lo tanto, debemos orar para que seamos llenos y andemos en el Espíritu, y no lo entristezcamos (Efesios 4:30; 5:18; Gálatas 5:25). Si vamos a responder a las personas conflictivas con gracia y amor, debemos depender del poder del Espíritu de Dios y recurrir a él. Cuando nos enojamos y devolvemos el mal con el mal, debemos confesar nuestro pecado rápidamente y pedirle a Dios la gracia de imitar a Jesucristo y mostrarnos como hijos e hijas de nuestro Padre misericordioso (Lucas 6:36). Si nos negamos a amar a nuestros enemigos, entonces no estamos imitando a nuestro Padre Celestial, sino al siervo implacable (Mateo 18: 21–35). Es en nuestro mejor interés eterno imitar lo primero y no lo segundo. ¿Cómo podemos los que hemos recibido tanta gracia y perdón de Dios negarnos a mostrarles lo mismo a los demás?

A menudo es sencillo saber cómo debería actuar con personas conflictivas, pero puede ser todo un desafío hacerlo en nuestra vida diaria. Los Proverbios tienen algunos consejos prácticos excelentes. Por ejemplo, Proverbios 15: 1 dice: "La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego." Podemos memorizar este verso y, cuando nos enfrentamos a una persona difícil, intentar responder con delicadeza. Es posible que se sorprenda de cómo la situación se calma. Proverbios 12:16 dice: "El necio muestra en seguida su enojo, pero el prudente pasa por alto el insulto". En lugar de tomar insultos personalmente y responder con ofensa inmediata, podemos aprender a simplemente ignorarlos. Proverbios 20: 3 dice: "Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito". Tito 3: 9 tiene un estímulo similar: "Evita las necias controversias y genealogías, las discusiones y peleas sobre la ley, porque carecen de provecho y de sentido." Proverbios 17:14 alienta igualmente a ponerle fin a una pelea antes de que comience. Podemos recordarnos las cosas que realmente importan y recordar que algunas peleas simplemente no tienen sentido. No tiene sentido enredarse con una persona conflictiva cuando el resultado final carece "de provecho y de sentido".

En algunas situaciones, es mejor tratar de evitar a ciertas personas difíciles por completo. Proverbios 22: 24–25 dice: "No te hagas amigo de gente violenta, ni te juntes con los iracundos, no sea que aprendas sus malas costumbres y tú mismo caigas en la trampa." En 1 Corintios 15:33 dice: "No se dejen engañar: ‘Las malas compañías corrompen las buenas costumbres’ ". En la medida de lo posible, debemos hacer amistades con aquellos que buscan honrar a Dios de la misma manera que nosotros. También estamos llamados a vivir pacíficamente con los demás en la medida de lo posible (Romanos 12:18; Hebreos 12:14).

Podemos ser proactivos al tratar con personas conflictivas leyendo e incluso memorizando la Palabra de Dios para darnos la perspectiva correcta de la vida. Su Palabra nos dice que todas las personas están hechas a Su imagen (Génesis 1:26). Cuando vemos a los demás como portadores de esa imagen, puede que nos resulte más fácil soportarlos. También podemos reconocer que tratar con personas conflictivas es una prueba que Dios puede usar para producir cosas buenas en nosotros. Por ejemplo, vea cómo Romanos 5: 3–5 y Santiago 1: 2–5 abordan las pruebas y las dificultades.

Tratar con personas conflictivas se vuelve más fácil cuando buscamos mostrar empatía por los demás. Sabemos que nosotros mismos podemos ser difíciles, especialmente cuando estamos cansados, estresados o hambrientos. ¿Cómo quisiéramos ser tratados en tales situaciones? Mateo 7:12 habla sobre tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros. Santiago 2:8 habla de amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos. 1 Pedro 4: 8 dice: "Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados." (véase también Proverbios 10:12). A medida que buscamos proactivamente amarnos unos a otros, podremos perdonar más las ofensas y enfrentar las dificultades de una manera que honre a Dios.

Las personas conflictivas a menudo son así como resultado de su propio dolor. Ver a las personas conflictivas como personas que están sufriendo y que necesitan a Cristo puede animarnos a perdonarlos. También podemos orar por su sanidad. Quizás al mostrarles bondad, sus corazones se ablandarán a Cristo.

A veces necesitaremos confrontar a una persona conflictiva o señalar comportamientos interpersonales desafiantes. Esperamos que esto les ayude a dejar de infligir daño a otras personas que los rodean, así como a ayudarlos en su propio crecimiento espiritual. Los cristianos están llamados a hablar la verdad en el amor (Efesios 4:15). Esto significa que hablamos la verdad porque amamos y también lo hacemos desde un corazón de amor. La verdad a veces puede ser difícil de compartir y de recibir, pero la expresamos con gracia por amor a los demás. Si la persona conflictiva en nuestra vida es incrédula, también compartimos la verdad del evangelio con ellos.

Tratar con personas conflictivas requiere la oración y el poder de Dios. Cuando sabemos que vamos a encontrarnos con una persona conflictiva, debemos orar de antemano. Pida la sabiduría de Dios y su fuerza para responder bien. Ore por la persona y por la obra de Dios en su vida. Recuerda algunas de las verdades bíblicas que se han compartido aquí. Entonces busque amar lo mejor que pueda. Tome cualquier frustración o dolor emocional de su interacción con la persona conflictiva directamente a Dios y busque su sanidad y consuelo.

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