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¿Cuál es la función bíblica del sumo sacerdote?

Los sumos sacerdotes eran un grupo especial de los sacerdotes levíticos, que provenían de la línea de Aarón. Los sumos sacerdotes vivían como los sacerdotes regulares, sólo que tenían algunas responsabilidades especiales que los distinguían. También se les exigía un mayor nivel de santidad que al resto de los sacerdotes. A los sumos sacerdotes se les prohibía entrar en contacto con cualquier cadáver a menos que fuera de los parientes más cercanos, no debían afeitarse la cabeza ni cortarse la barba, sólo podían casarse con vírgenes israelitas y no podían desempeñar sus funciones sacerdotales si tenían alguna deformidad física (Levítico 21). Con frecuencia, el pueblo acudía al sumo sacerdote cuando buscaba la voluntad de Dios. Juan 11:49-52 probablemente indica que los sumos sacerdotes muchas veces tenían el don de profecía.

Los sumos sacerdotes usaban vestimentas especiales hechas de oro, púrpura, azul y escarlata. Estas prendas eran un pectoral, un efod, una túnica, una capa, un turbante y un fajín. Una parte particular de sus vestimentas especiales eran el Urim y el Tumim. Estos eran piedras preciosas con los nombres de las doce tribus de Israel que el sumo sacerdote debía llevar en su pectoral y en sus hombros: "Y llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón, cuando entre en el santuario, por memorial delante del Señor continuamente. Y pondrás en el pectoral del juicio Urim y Tumim, para que estén sobre el corazón de Aarón cuando entre delante del Señor; y llevará siempre Aarón el juicio de los hijos de Israel sobre su corazón delante del Señor" (Éxodo 28:29-30).

La tarea principal de los sumos sacerdotes era hacer sacrificios por los pecados del pueblo una vez al año en el Día de la Expiación (Levítico 16). Puesto que Dios es totalmente bueno y puro, no puede habitar en la impureza, así que el lugar donde habitaba la presencia de Dios en el propiciatorio estaba separado del resto del templo por una gran y pesada cortina. En el Día de la Expiación, el sumo sacerdote se limpiaba ceremonialmente antes de entrar en el Lugar Santísimo. Tomaba la sangre del sacrificio y la rociaba sobre el propiciatorio para expiar los pecados de la congregación.

Jesús es el Sumo Sacerdote por excelencia (Hebreos 2:17; 3:1; 4:14-5:10; 6:20; 7:11-8:13; 10:12). Jesús fue el sacrificio perfecto que pagó el precio una vez y para siempre por nuestros pecados. Cuando murió, el velo del Lugar Santísimo se rasgó, permitiendo que las personas tuvieran acceso directo a Dios al poner su fe en Jesús. Ahora Jesús es nuestra "mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios" (Hebreos 7:19). Como nuestro pecado le fue imputado a Cristo y Su justicia nos ha sido imputada (2 Corintios 5:21), ahora tenemos acceso a la presencia de Dios sin necesidad de un sacrificio animal o una limpieza ceremonial. Jesús fue el sacrificio único, cumpliendo el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento y haciendo que ya no sea necesario. Hebreos 10:19-23 dice: "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió". Ahora Jesucristo actúa como único mediador entre los hombres y Dios (1 Timoteo 2:5). No tenemos que acudir a ningún líder religioso para acceder a Dios, sino que confiamos en la gracia de Dios que recibimos mediante la fe en Jesús (Efesios 2:8-10).

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