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Sé que debo servir a Dios, pero ¿por qué debería hacerlo?

Está claro que se nos ordena servir a Dios. Pero en realidad, servir a Dios es algo que de verdad podemos desear. ¿Por qué? En pocas palabras, deseamos servir a Dios por amor.

Las motivaciones específicas para el servicio a Dios pueden variar entre los cristianos o incluso variar dependiendo de cuál sea el tipo de servicio. Pero el tema fundamental es que cuando conocemos a Dios, lo amamos y deseamos servirlo.

Algunos pueden desear servirle en gran manera por gratitud por el gran perdón que Él ha dado. Otros pueden desear servir por gratitud por el propósito de vida que Él les da. Algunos pueden querer servir para compartir la bondad de Dios con otros. Algunos pueden estar emocionados por el plan de Dios para el mundo y quieren servir para participar activamente en el mismo.

En 1 Juan 4 se habla mucho del amor de Dios y de cómo influye en nuestra forma de vivir. En una parte, Juan escribe: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. [...] Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero" (1 Juan 4:10, 19). Nuestro amor por Dios, y por los demás, es una respuesta al amor de Dios por nosotros. Una forma de demostrar el amor a Dios es a través del servicio.

Al entender el amor de Dios, también confiamos en Él y en que Sus planes son para nuestro bien. Romanos 8:29-30 nos dice: "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó". Dios está obrando para hacernos más parecidos a Su Hijo. Jesús "no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Mateo 20:28). Cuando servimos a Dios, estamos imitando a Jesús, que "siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:6-8). Al servir a Dios, estamos cooperando con Su obra de santificación en nosotros.

En Cristo, somos completamente nuevos (2 Corintios 5:17). Nuestros deseos cambian. Somos transformados (Romanos 12:1-2; Colosenses 3:1-17) y comenzamos a valorar las cosas de Dios. Entendemos que "la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Creemos que permanecer en Jesús trae vida plena (Juan 10:10; 15:1-17). Deseamos vivir en el Espíritu (Gálatas 5:16; Romanos 8:1-39). Entendemos que la vida verdadera está en Dios y sólo en Él (Juan 14:6). Buscamos servirle por gratitud, amor y por el deseo de vivir como Dios quiere que lo hagamos.

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