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¿Qué enseña la Biblia sobre la resolución de conflictos?

La Biblia dice que Dios "[…] nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación." (2 Corintios 5: 18-19). En Mateo 5: 9 Jesús dice: "Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios." La reconciliación y ser un pacificador tienen que ver con ayudar a otros a tener paz con Dios a través de Jesucristo y también ayudar a otros a vivir en paz entre ellos. Hebreos 12:14 nos dice: "Busquen la paz con todos [...]". Está claro que Dios quiere que sus seguidores resuelvan los conflictos cuando surjan. Entonces, ¿cuáles son las opciones bíblicas para la resolución de conflictos?

Primero, si una ofensa es menor, la Biblia anima a los seguidores de Dios a pasar por alto la ofensa. Proverbios 19:11 dice: "El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa." Pasar por alto una ofensa simplemente significa perdonar a la persona y mantener la relación intacta sin mencionar el incidente. Extender el perdón de esta manera refleja el entendimiento de que el ofensor es un miembro de la raza humana caída y que se puede confiar en que Dios santificará a esa persona así como santifica a todos los que le pertenecen. 1 Pedro 4: 8 transmite un concepto similar.

Sin embargo, si la ofensa es más seria u ocurre de manera constante, la Biblia da instrucciones sobre cómo confrontar al ofensor con el objetivo de restaurar la relación. De hecho, restaurar una relación rota es tan importante que Dios ordena a sus seguidores que tomen la iniciativa de reconciliarse no solo cuando se hayan ofendido, sino también cuando sean (o hayan sido) el ofensor: "Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda." (Mateo 5: 23-24).

Mateo 18: 15-17 da un patrón sobre cómo deben progresar los pasos de la reconciliación. Mateo 18:15 dice: "Si tu hermano peca contra ti, ve a solas con él [...]" La resolución del conflicto debe hacerse primero en privado. Una ofensa puede que ni siquiera sea una cuestión de pecado, pero puede terminar siendo un simple malentendido. Acudir a la persona en privado permite que el malentendido se aclare rápidamente. Si en verdad es una cuestión de pecado, la reunión personal y privada evita que el ofensor se sienta excesivamente avergonzado y le permita lidiar con el asunto entre él y Dios. Como continúa Mateo 18:15 "Si te hace caso, has ganado a tu hermano." El objetivo de la confrontación privada es siempre restaurar la relación.

Mateo 18:16 continúa: "Pero, si no, lleva contigo a uno o dos más, para que ‘todo asunto se resuelva mediante el testimonio de dos o tres testigos.’" Si la reunión privada no resuelve el conflicto, el siguiente paso es involucrar a un pequeño número de personas para ayudar a lograr la reconciliación. A veces, un amigo en común puede ayudar a resolver el problema. Un consejero o terapeuta profesional puede mediar en la confrontación de una manera que asegure una comunicación clara e interacciones saludables. Algunas partes en desacuerdo avanzan a un arbitraje legal en el que ambos acuerdan permitir que un juez o abogado emita una decisión vinculante que resolverá el asunto. En cada uno de estos casos, el conflicto se lleva a un número limitado de personas para que se resuelva.

Sin embargo, Mateo 18:17 continúa diciendo: "Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia; y, si incluso a la iglesia no le hace caso, trátalo como si fuera un incrédulo o un renegado." En otras palabras, cuando las reuniones privadas y la participación de un pequeño número de personas en busca de ayuda externa no resuelven el conflicto, se puede llevar ante los líderes de la iglesia para que la persona rinda cuentas ante las Escrituras. Si la persona no está de acuerdo con la evaluación de los líderes de la iglesia, entonces debe estar sujeta a la disciplina de la iglesia. Pablo deja en claro que incluso la disciplina de la iglesia está destinada a devolver al ofensor a una relación correcta con Dios y con los demás. En 1 Corintios 5: 5 él declara que la excomunión es "a fin de que su espíritu [el del ofensor] sea salvo en el día del Señor." Incluso este paso final en la resolución de conflictos bíblicos tiene la esperanza de restaurar la relación con el ofensor.

Si bien Mateo 18: 15-17 sienta las bases para el proceso de resolución de conflictos, Jesús advierte que incluso antes de comenzar ese proceso, sus seguidores deben tomarse un tiempo para reflexionar sobre sí mismos. Él dice: "¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano." (Mateo 7: 5). Debemos evaluar con humildad nuestra propia contribución al conflicto y corregir nuestro propio comportamiento y actitud antes de intentar señalar las deficiencias de otra persona. En Filipenses 2: 3, Pablo nos recuerda: "No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos." Incluso en la resolución de conflictos, nuestro objetivo debe ser servir a la otra persona restaurando con amor la relación.

Una vez que nuestra actitud es de humildad y servicio, tenemos que preparar las palabras reales y la manera en que encararemos el enfrentamiento. Aquí nuevamente la Biblia tiene instrucciones. Efesios 4:15 dice: "Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo." La madurez cristiana está marcada por la capacidad de compartir verdades difíciles de una manera amorosa. Nuestros esfuerzos por resolver conflictos deben estar marcados por compartir con amor la verdad para restaurar la relación.

A pesar de hacer una autorreflexión, tener una actitud humilde y compartir la verdad con amor, primero en privado y luego incluir a más personas de acuerdo con el proceso bíblico, a veces el ofensor se niega a reconciliarse. Romanos 12:18 instruye: "Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos." Este versículo muestra que la reconciliación no depende únicamente de una parte. Dios solo nos hace responsables de hacer lo que nos ha llamado a hacer, lo que no siempre puede resultar en reconciliación. Sin embargo, no importa el resultado final de la resolución del conflicto, Dios ordena a sus seguidores que perdonen. "Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo." (Efesios 4:32). En última instancia, la resolución de conflictos nos da la oportunidad de mostrar el evangelio a otros y experimentar la gracia de Dios en nuestras propias vidas.

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