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¿Qué puedo hacer para construir una relación más estrecha con Dios?

Construir una relación con Dios es muy similar a construir una relación con cualquier persona. Tenemos que dedicar tiempo a hablar con ellos y escucharlos, corregir nuestro comportamiento y actitudes cuando sea necesario, pasar tiempo con ellos y con otros que están haciendo lo mismo, y hacer lo necesario para restablecer la relación cuando se ha roto. Por supuesto, hay algunas diferencias entre nuestra relación con Dios y nuestra relación con otra persona, porque Dios no es un ser humano más.

Entonces, ¿cómo pasamos el tiempo hablando con Dios y escuchando a Dios? Hablamos con Dios a través de la oración. Cuando oramos, estamos expresando nuestros pensamientos a Dios. Él ya conoce nuestros pensamientos, pero al expresarlos, estamos haciendo algo más que reconocer Su conocimiento; estamos construyendo esa relación que deseamos. Cuando oramos, también debemos dedicar un tiempo a que Él se comunique con nosotros. Por lo general, esto ocurre cuando Él nos trae a la mente lo que hemos aprendido de la Biblia, Su revelación para nosotros. Por eso es doblemente importante que dediquemos tiempo a la lectura de la Biblia. La Biblia es donde Dios se nos ha revelado, así que leer Su Palabra es escucharle. El Espíritu Santo nos revelará lo que Dios está diciendo a través de Su Palabra. Mediante la oración y la lectura de la Biblia, hablamos con Dios y le escuchamos.

Al igual que en las relaciones con otras personas, nuestro comportamiento puede obstaculizar nuestra relación con Dios. Él nos ha dicho en Su Palabra qué comportamiento es aceptable para Él y qué comportamiento no lo es. Cuando estudiamos Su Palabra, aprendemos lo que es aceptable y lo que no lo es. Sin embargo, a diferencia de lo que encontramos en nuestras relaciones con otras personas, con Dios no hay concesiones entre lo que Él acepta y lo que no. Esta es una de las diferencias a las que nos referimos anteriormente. En algunos temas, los mandatos de Dios son muy claros. Por ejemplo, nos dice que nos amemos unos a otros (Juan 13:34). En otros asuntos, Dios no manda, pero tenemos directrices. Por ejemplo, se nos dice que no debemos hacer tropezar a los demás (1 Corintios 8:13), aunque en gran medida esto se deja a la interpretación de cómo se aplica precisamente en una situación personal determinada. Para esa interpretación, necesitamos dedicar más esfuerzo a leer y estudiar la Palabra de Dios. Si ajustamos nuestras vidas y nuestro comportamiento a Sus mandatos, podemos construir nuestra relación con Dios.

Una tercera manera de construir nuestra relación con Dios es pasar tiempo con Él y con otros que están haciendo lo mismo. Comúnmente esto se conoce como tener "comunión" con otros creyentes. Esto incluye la adoración en grupo, encontrando un cuerpo local de creyentes para que se unan en la adoración a Dios. Los creyentes en Hechos "perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones" (Hechos 2:42). Hebreos 10:24-25 exhorta: "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca". Pasar tiempo con otros creyentes es un estímulo mutuo. Lo hacemos para obedecer a Dios, así como para estimularnos a la obediencia, para darnos la oportunidad de amarnos los unos a los otros, para aprender la Palabra de Dios y Sus caminos, para reflejarlo al mundo (Juan 13:34-35), y para ayudar a construir nuestra relación personal con Dios.

Si realmente queremos construir una relación estrecha con alguien, debemos hacer lo necesario para restaurar la relación cuando se ha roto. No es diferente en nuestra relación con Dios, excepto que la razón de la relación rota está siempre de nuestro lado. La razón principal por la que se rompe nuestra relación con Dios es que pecamos. Sin embargo, la Biblia nos dice en 1 Juan 1:9 que Dios será fiel para perdonar nuestro pecado y hacernos justos de nuevo si confesamos nuestro pecado (es decir, estar de acuerdo con Dios en que es pecado). Cuando nuestro pecado ya no se interponga en nuestra relación con Él, Dios tendrá la estrecha relación con nosotros que Él quiere y nosotros buscamos.

Cuando pasamos tiempo en oración y estudiando la Palabra, cuando modificamos nuestras actitudes y comportamientos para que encajen con Su Palabra, cuando pasamos tiempo con Dios y con otras personas de Su pueblo, cuando confesamos nuestro pecado tan pronto como nos damos cuenta de él, notaremos que nuestra relación con Dios se hace más estrecha y más fuerte.

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