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¿Está mal querer morir?

La mayoría de las personas experimentarán un momento en la vida en el que la muerte parece muy atractiva. Ya sea por dolor físico, enfermedad, luchas emocionales o problemas relacionales, es fácil frustrarse con esta vida y desear algo diferente. ¿Pero está bien "querer" morir? ¿Qué perspectiva da la Biblia?

El apóstol Pablo conoció a Cristo y se dio cuenta de que un futuro perfecto en el cielo lo esperaba después de esta vida. Mientras estaba bajo arresto domiciliario en Roma, Pablo escribió: "Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Ahora bien, si seguir viviendo en este mundo representa para mí un trabajo fructífero, ¿qué escogeré? ¡No lo sé! Me siento presionado por dos posibilidades: deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor, pero por el bien de ustedes es preferible que yo permanezca en este mundo. Convencido de esto, sé que permaneceré y continuaré con todos ustedes para contribuir a su jubiloso avance en la fe. Así, cuando yo vuelva, su satisfacción en Cristo Jesús abundará por causa mía."(Filipenses 1: 21-26). Esta vida debía ser vivida para Cristo. Hasta que Dios le permitiera morir, Pablo entendía que era mejor permanecer y vivir la voluntad de Dios para servir a los demás. En Gálatas 2:20 escribió algo similar: "He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí." (Gálatas 2:20).

Las palabras de Pablo pueden ser útiles para recordar cuando uno tiene pensamientos o sentimientos de querer morir. La vida en la tierra tiene un propósito ordenado por Dios. El Salmo 139: 16 dice: "[…] todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos." Efesios 2:10 afirma: "Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica." Filipenses 1: 6 dice: "Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús." Nuestras vidas en la tierra son significativas para Dios y Él tiene planes para ellas, incluso cuando no podamos entenderlas. Romanos 5: 3-5 nos anima: "Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado."

Sin embargo, la Biblia también ofrece precaución en algunos casos cuando las personas quieren morir. Un ejemplo importante se encuentra en la vida de Jonás. En Jonás 4, se sentó fuera de la ciudad para esperar el juicio de Dios sobre el pueblo de Nínive. Cuando no sucedió, Jonás estaba molesto y quería morir. Dios entonces proveyó una planta para darle sombra, pero la planta pronto murió. Jonás estaba tan molesto que, nuevamente, dijo que sería mejor morir. El Señor respondió: "Tú te compadeces de una planta que, sin ningún esfuerzo de tu parte, creció en una noche y en la otra pereció. Y de Nínive, una gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no distinguen su derecha de su izquierda, y tanto ganado, ¿no habría yo de compadecerme?" (Jonás 4:10-11).

En otras palabras, Jonás estaba más preocupado por su comodidad personal que por ayudar a salvar la vida de miles de personas. Dios no estaba complacido con esta actitud y desafió a Jonás al respecto. En nuestras propias vidas, a veces podemos encontrarnos con ganas de morir porque solo vemos la vida desde nuestra perspectiva personal más que desde la perspectiva de Dios. Al igual que Jonás, Dios desea que cambiemos nuestra actitud en estos casos, buscando honrar a Dios y ayudando a otras personas.

Querer morir no está necesariamente mal. Nuestro mundo está mancillado por el impacto del pecado y, si estamos en Cristo, sabemos que algo mucho mejor nos espera. Anhelamos la redención final de Dios de esta tierra y de nuestras vidas. Cuando llegamos a un momento en la vida en el que deseamos la muerte, esa es una buena razón para examinar nuestros corazones y reafirmar nuestra confianza en el Señor. Si queremos morir por razones mezquinas o egoístas, debemos arrepentirnos y pedirle a Dios que cambie nuestros corazones. Si queremos morir porque el dolor de esta vida parece abrumador y demasiado difícil de soportar, debemos recurrir a Dios y pedirle que nos equipe para completar cualquier trabajo que haya planeado para nosotros. Podemos seguir el ejemplo de Jesús cuando se encontraba en el huerto de Getsemaní. "Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo: «Siéntense aquí mientras voy más allá a orar». Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, y comenzó a sentirse triste y angustiado. «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo». Yendo un poco más allá, se postró sobre su rostro y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú»." (Mateo 26:36- 39) Jesús fue honesto con su Padre acerca de no querer padecer el inminente sufrimiento planificado. Sin embargo, también fue sumiso y oró para que se hiciera la voluntad de Dios.

A veces, podemos sentir que la muerte es mejor que la vida. Podemos presentarlo en oración a Dios, pedir su perspectiva, pedir resiliencia y pedir que se haga Su voluntad. Dios nos ama perfectamente y podemos confiar en que Él es suficiente para todas nuestras necesidades. Jesús prometió a sus discípulos: "Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo." (Juan 16:33).

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