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¿Acaso la fe puede cambiar el plan de Dios?

La fe puede ayudar a activar el plan de Dios, pero no cambia Su plan. Dios tiene planes y se vale de las personas para llevarlos a cabo. Cuando alguien recibe un don de fe o se nos permite caminar en la fe, podría parecernos que la fe ha cambiado los planes de Dios, pero en realidad, caminar en la fe es una de las formas en que se cumplen los planes de Dios.

Mira los ejemplos de Jesús sanando a la gente. En algunas situaciones, dijo: "Tu fe te ha salvado" (Mateo 9:22; Lucas 17:19). En otras situaciones, por ejemplo, en Su ciudad natal de Nazaret, la gente lo rechazó y no pudo realizar ningún milagro por su falta de fe (Marcos 6:5-6). Estas historias bíblicas ejemplifican que la acción de Dios está en directa correlación con la fe o la falta de ella de las personas. Sin embargo, en otros milagros y sanidades, no se hace mención de la fe de la persona (Marcos 3:1-6; 4:35-41). Dios sabe cómo se desarrollarán todas las situaciones; Él está fuera del tiempo y es completamente soberano. Esto no quiere decir que la fe no sea importante, simplemente que no altera el plan de Dios.

Determinar la función de nuestra fe en el plan de Dios es complicado. En realidad, todo se reduce a la interacción entre dos factores diferentes: La soberanía de Dios y nuestras decisiones como seres humanos (libre albedrío). También es útil entender los diferentes aspectos de la voluntad de Dios. Nada sucede fuera del control de Dios o de Su voluntad: esto es lo que los teólogos llaman voluntad decretiva de Dios, voluntad soberana o voluntad oculta. Sin embargo, Dios le dio a la humanidad una elección significativa. Parte de esa elección incluye la capacidad de pecar o de ir en contra de Dios. El pecado tiene todo tipo de consecuencias negativas, que se resumen en el concepto de muerte (Romanos 6:23). Los teólogos se refieren a esto como la voluntad permisiva de Dios. Dios permite que ocurran cosas, tales como el pecado y sus malos efectos. Él no desea que estas cosas sucedan, pero las permite. Dios tiene un plan maestro para la humanidad, y dentro de su complejidad hay espacio para las instrucciones que Dios nos da, así como Su conocimiento previo de cómo responderemos. El libre albedrío del ser humano forma parte del cumplimiento de la voluntad soberana de Dios. Nuestra fe forma parte del plan de Dios.

Sin fe, es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). Jesús nos mostró el poder de la fe cuando dijo "De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis...sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho" (Mateo 21:21). Incluso un poco de fe puede marcar una gran diferencia (Lucas 17:6). Nuestra fe no es un superpoder que tengamos; nuestra fe es poderosa porque el mismísimo Dios omnipotente es el objeto de ella. Podemos poner nuestra fe en Él y confiar plenamente en Él. No es que nuestra fe cambie las cosas, sino que lo hace nuestro Dios en quien tenemos fe.

Es la fe la que nos permite recibir el don de la salvación, pero ni siquiera esa fe ha cambiado el plan de Dios. Fuimos elegidos por Dios antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4). La fe que nos lleva a la salvación es un don de Dios (Efesios 2:8-9); y es la fe la que nos permite caminar con Dios después de la salvación (2 Corintios 5:7). Cuando caminamos por fe, podemos cumplir los planes de Dios para nuestras vidas: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Efesios 2:10). Desde antes del principio y hasta el final, Dios empodera a Sus creyentes llenos de fe y del Espíritu para que den fruto espiritual y lleven a cabo Sus planes en la tierra como en el cielo (Mateo 6:10).

En Hebreos 11 se habla de la fe y se describen múltiples historias de personas que vivieron por fe por causa de Cristo. Estas personas son ejemplos que nos inspiran a seguir en nuestro propio camino de fe. Todas las historias muestran cómo Dios obró a través de la fe y la obediencia de estos individuos, permitiendo que Sus planes se llevaran a cabo y cambiaran no sólo sus vidas, sino también las de los que vendrían. Hebreos 11:30 relata la historia de Josué y la batalla de Jericó: "Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días". ¿Fue siempre el plan de Dios destruir las murallas de Jericó, o la fe y el liderazgo de Josué alteraron el plan de Dios? ¿Acaso la fiel marcha del ejército convenció a Dios de hacer Su jugada en el séptimo día? En realidad, la voluntad de Dios era que los israelitas se establecieran en la Tierra Prometida y la conquista de Jericó era un paso necesario. La fidelidad y la obediencia de Josué y su ejército fue lo que Dios utilizó para cumplir Su plan.

La fe no altera los planes de Dios, aunque es un elemento fundamental en nuestra vida de cristianos (2 Corintios 4:18). La fe nos permite conocer a Dios, caminar con Él y compartirlo con otras personas. Debemos vivir por fe: "porque por fe andamos, no por vista" (2 Corintios 5:7). Cuando caminamos por fe, los planes de Dios se cumplen en y a través de nosotros.

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