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¿Qué dice la Biblia sobre la oración repetitiva?

El término "oración repetitiva" puede implicar algunas cosas diferentes; la Biblia nos advierte contra algunas y otras las incentiva. Primero, es importante entender que la oración no es un medio por el cual manipulamos a Dios. No se trata de decir las palabras correctas de la manera correcta para lograr el resultado deseado. Más bien, la oración es un regalo de Dios para Sus hijos como un medio de comunicación. Hay poder en la oración, pero el poder es el Dios a quien oramos.

La Biblia habla en contra de la oración repetitiva en el sentido de cantar o hablar algún tipo de encantamiento mágico o mantra. Jesús le dijo a sus seguidores: "Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan." (Mateo 6: 7–8). Nuevamente, no son nuestras palabras o la repetición de nuestras palabras lo que da poder a la oración, sino que es el Dios a quien oramos quien contesta la oración de acuerdo con Su voluntad.

La oración repetitiva en el sentido de oración persistente es algo que la Biblia incentiva. En Lucas 18 Jesús relató la parábola de la viuda persistente. Lucas dice que la parábola indicaba "que debían orar siempre, sin desanimarse." (Lucas 18: 1). Vemos un ejemplo de Pablo orando varias veces por lo mismo: "Tres veces le rogué al Señor que me la quitara; pero él me dijo: ‘Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.’ " (2 Corintios 12: 8–9). Pablo persistió en la oración hasta que recibió una respuesta de Dios.

La oración repetitiva en el sentido de orar por la misma cosa o el mismo tipo de cosas repetidamente también es bíblicamente sustentable. Después de advertir a sus seguidores que al orar "no hablen solo por hablar como hacen los gentiles", Jesús les enseñó a orar (Mateo 6: 5–15). En la Oración Modelo de Jesús (conocida también como El Padrenuestro), él incluyó muchas cosas por las que continuaremos orando diariamente. Adorar a Dios y buscar que se haga Su voluntad siempre es apropiado en la oración, y no son cosas de una sola vez. La provisión para las necesidades diarias es una solicitud que presentaremos ante Dios diariamente, y a menudo esas necesidades específicas parecen repetitivas. Pedirle a Dios que perdone nuestros pecados persistirá durante toda nuestra vida; a medida que crezcamos en Él, creceremos en nuestra comprensión de Sus deseos para con nosotros y veremos cuán cortos nos quedamos de Su santidad. También creceremos en amor por Él y en la comprensión de Su gracia. A medida que reconocemos nuestros propios fracasos y Su obra en nosotros, llevaremos nuestro pecado ante Él y recibiremos Su limpieza (1 Juan 1: 9). Pedirle a Dios que nos mantenga alejados de la tentación y que nos libere del mal también será una necesidad diaria.

Puede ser útil pensar en la oración como una conversación con un ser querido. Nuestras conversaciones diarias con familiares o amigos a menudo repiten los mismos temas, pero en general no son repeticiones de palabras de memoria. Del mismo modo, hay muchas cosas por las que oraremos repetidamente durante toda la vida. Algo de eso se debe a la naturaleza de esperar que Dios complete Su plan para el mundo. Las personas permanecen sin salvación, por lo que oramos repetidamente por su salvación. La naturaleza caída de nuestro mundo continúa afectando negativamente nuestras vidas y las vidas de quienes nos rodean, por lo que oramos repetidamente por la intervención de Dios. Los líderes necesitan continuamente sabiduría, por lo que oramos repetidamente para que Dios los guíe (1 Timoteo 2: 1–6). Esperamos a que Jesús regrese, así que oramos repetidamente: "Amén. ¡Ven, Señor Jesús!" (Apocalipsis 22:20). Recuerda, también, una parte clave de la oración es adorar a Dios. No hay fin a nuestra comprensión de Su profundidad. Podemos continuamente alabarlo y alabarlo.

Si bien la Biblia justifica reiteradamente orar por cosas similares y persistir en la oración, es importante no permitir que la oración se convierta en una actividad sin sentido. Es muy fácil caer en una rutina o en una oración habitual y olvidar que en realidad estamos hablando con el Dios del universo. Esto inspira tanto asombro como amor. Él es el Dios del universo, pero es el Dios que nos invita a hablar con Él. Hebreos 4: 14–16 nos alienta: "Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.” En Cristo podemos acercarnos con confianza a Dios en oración, sabiendo que Él escucha y que le importamos. "Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús." (1 Tesalonicenses 5: 16-18).

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