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¿Por qué necesito ser salvo?

Desde la caída, cuando Adán y Eva pecaron por primera vez, nuestro estado por defecto cuando nacemos es el de pecador. Pecar es no cumplir con los estándares perfectos de Dios o ir en contra de Sus caminos. Romanos 3:23 dice: "[…] todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,". Ninguno de nosotros es justo por nuestra cuenta (Romanos 3: 10–12). Hay consecuencias por el pecado y también hay provisiones hechas para nuestra salvación.

¿Qué significa para nosotros ser pecadores? Bueno, en primer lugar, significa que estamos espiritualmente muertos, gobernados por el pecado en lugar de gobernados por Dios. Jesús dijo que todos los que practican el pecado son esclavos del pecado (Juan 8:34). Cuando somos esclavos del pecado, estamos destinados a la condenación eterna como castigo por nuestros pecados, porque la ira de Dios es lo que merecemos (Hebreos 9:27; Efesios 2: 3). Nuestro pecado nos opone directamente a Dios: "La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios." (Romanos 8: 7–8). Estamos esclavizados al pecado y destinados a la condenación eterna por Dios; necesitamos a alguien que nos rescate, un Salvador.

Dios hizo provisión para nuestra salvación al enviar a su único Hijo, Jesucristo, a la tierra (Juan 3:16). Jesús vivió una vida perfecta sin pecado. Fue crucificado, llevando el peso de los pecados del mundo entero sobre sí mismo. Fue resucitado de la muerte tres días después (Marcos 15-16). Cuando Jesús fue crucificado, tomó el castigo por nuestros pecados para que no tuviéramos que hacerlo (2 Corintios 17–21). El sacrificio de Jesús hace posible que seamos perdonados y seamos hijos de Dios: "Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios." (Juan 1:12). En su gracia y misericordia, Dios ha abierto un camino para que seamos salvos; todo lo que debemos hacer es recurrir a Él (arrepentimiento) y recibir esa gracia por fe (Efesios 2: 8–9).

Cuando ponemos nuestra fe en Jesús y su sacrificio por nosotros, somos salvos (Hechos 16:31; Efesios 2: 8–9). Jesús es el único camino a Dios: "Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí." (Juan 14: 6). Antes de la salvación estamos espiritualmente muertos, y por medio de Jesús nos volvemos espiritualmente vivos. Esto se llama nacer de nuevo (Juan 3: 3–15). En lugar de ser condenados, somos perdonados: "Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios." (Juan 3:17 –18). No hay condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8: 1). ¡Este es el milagro de la salvación!

Si no has sido salvo en Jesucristo y te gustaría serlo, mira nuestro artículo "¿Cuál es la verdad sobre la salvación?" para mayor información.

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