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¿Qué dice la Biblia sobre la motivación?

Las personas se motivan o se mueven a la acción por muchas cosas diferentes: mantener a su familia, hacer que alguien cercano a ellos se sienta orgulloso o lograr una meta difícil. Si nuestra búsqueda nos parece lo suficientemente noble, nuestra motivación parece justificada. Sin embargo, en la raíz de lo que nos motiva a menudo está el egocentrismo. A diferencia de nuestros vecinos o amigos que a menudo solo ven nuestras acciones externas, Dios es quien examina nuestro corazón, nuestra motivación (1 Samuel 16: 7; Proverbios 16: 2; Jeremías 12: 3; 17:10). La Biblia nos dice que nuestra motivación no debe ser una ganancia egoísta o buscar la aprobación basada en nuestros propios méritos; más bien, nuestra motivación debe provenir de Dios y el deseo de obedecerlo y honrarlo.

Nuestra primera prioridad debe ser nuestra relación con Dios. Aparte de Jesús, la vida de Pablo es uno de los mejores ejemplos que tenemos de alguien que prioriza su relación con Dios. Pablo soportó palizas, traición, naufragios y prisión por causa del evangelio. Mientras estuvo encarcelado, escribió: "[…] sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús." (Filipenses 3:14). Sabía que lo que estaba en el cielo valía mucho más que lo que estaba en la tierra. Debido a que sus prioridades eran correctas, se sintió motivado a sacrificar su vida para que más personas pudieran llegar a conocer el amor salvador de Cristo. De manera similar, el rey David escribió: "Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo." (Salmo 27: 4).

Nuestra naturaleza humana nos dice que nuestras necesidades físicas de alimento, agua y refugio, y nuestra necesidad emocional de aceptación, son las más importantes. Estas necesidades básicas motivan gran parte de lo que hacemos. Cristo enseñó que no debemos estar ansiosos por nuestra necesidad de comida y ropa porque Él promete suplir lo que necesitamos si lo buscamos a Él primero (Mateo 6:33). No debemos preocuparnos por ser aceptados por el mundo cuando estamos seguros en Cristo (Juan 15: 18-19; 16:33). Nuestro primer llamado es amar a Dios y amar a nuestro prójimo (Mateo 22: 35–40); estos deben ser los que impulsen nuestras acciones, lo que nos motive.

Nuestra motivación para apoyar a nuestras familias, servir a las personas en nuestras vidas e ir tras las cosas que nos apasionan no debe ser el avance personal ni el orgullo; más bien, deberíamos estar motivados por el amor a Dios y a los demás. En última instancia, que nuestra motivación sea hacer todo lo que hagamos para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). Cuando buscar a Dios es nuestra primera prioridad, nuestras motivaciones estarán en consonancia (Filipenses 2: 12-13).

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