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¿Cómo las leyes de la termodinámica proporcionan evidencia a favor del creacionismo?

En la práctica, hay cuatro leyes de la termodinámica. Dos de estas son relativamente poco importantes cuando se habla de teología, pero las otras dos tienen fuertes implicancias con respecto a la creación. Para los propósitos de esta discusión, el creacionismo simplemente significa la idea de que Dios (a diferencia del tipo de física donde se asume que no hay una mente detrás de todo), es responsable de lo que vemos en la naturaleza. Aplicada a la idea de un Creador, la termodinámica realmente se aplica a un nivel fundamental, no a un nivel específico. Es decir, la termodinámica no proporciona evidencia particular de cómo Dios pudo haber creado, solo que Dios es necesario.

La primera ley de la termodinámica implica la conservación de la energía. Lo más importante, en beneficio del creacionismo, es que esta ley establece que la energía no puede ser creada ni destruida; solo se puede cambiar en forma o función. Esto significa que la energía total de un sistema aislado es constante, ni aumenta ni disminuye. Esto es evidencia del creacionismo sobre la base de una lógica simple. Si ningún proceso natural puede crear o destruir energía, entonces ni el universo ni las leyes de la física pueden explicar la existencia de energía. En otras palabras, si la energía es imposible de crear, ¿por qué existe? La explicación más razonable es algo, o alguien, fuera de las leyes de la física y fuera del universo.

La segunda ley de la termodinámica implica un concepto conocido como entropía, que es más o menos una medida del caos. En términos técnicos, la segunda ley dice que cuando dos sistemas interactúan, siempre tenderán a una mayor entropía total a medida que alcanzan un estado de equilibrio termodinámico mutuo. En términos simples, la energía siempre fluye del calor al frío. Esto significa que la tendencia natural de todos los sistemas es a estados de energía uniforme, o aumentar la entropía o el desorden.

La segunda ley de la termodinámica proporciona evidencia del creacionismo de varias maneras, pero a menudo es mal entendida y, por lo tanto, mal aplicada. Al igual que con la primera ley, el concepto de entropía lleva a algunas conclusiones lógicas sobre el universo. Si el universo fuera infinitamente viejo, ahora estaría en un estado de máxima entropía: en el caos total. Todas las temperaturas en el universo se igualarían, y no habría nada más que un estado de casi inexistencia sin forma. Como este no es el estado actual del universo, el universo debe tener una edad finita y, por lo tanto, un comienzo. Esto hace que sea razonable considerar el universo como un "efecto", no una "causa" y, por lo tanto, requiere algo más allá de él para comenzar.

La segunda ley también es un punto razonable a señalar cuando se trata de aspectos de la biología. Sin embargo, esto tiene que hacerse con cuidado. Los creacionistas a menudo citan la segunda ley de la termodinámica como una razón por la cual la vida en la tierra no podría haber evolucionado de formas más simples a formas más complejas, ya que esto viola el principio de entropía. Sin embargo, la tierra no es un sistema cerrado. Así como el agua se congela en una cubetera, pero hierve en la cocina, las fuentes externas de energía pueden alterar la entropía de un sistema. La tierra recibe energía del sol; Esto es, en teoría, una fuente de energía que podría alterar la tendencia normal hacia el aumento de la entropía.

Donde la entropía es un punto válido respecto a la creación, aplica más en un nivel "percibido" que en un nivel específico. En términos generales, todo en el universo tiende del orden al desorden. Cuando los procesos naturales crean orden, lo hacen de manera caótica o simple. Aquí es donde entra en juego la idea de la complejidad especifica. La observación universal de la humanidad ha sido que el tipo de complejidad que se encuentra en la vida solo ocurre a través de medios deliberados e intencionales. Todas las reversiones observadas de entropía resultan en algo mucho menos complejo, por decir lo menos.

En otras palabras, mientras que las condiciones naturales pueden causar una inversión local de la entropía, la evolución naturalista (sin Dios) requiere una tendencia constante y consistente de elementos que vayan contra la corriente entrópica. Esto no solo va en contra de las observaciones, sino que desafía el sentido común.

Las otras dos leyes de la termodinámica tienen poco impacto en las discusiones sobre la creación. La tercera ley dice que la entropía de un sistema tiende hacia cero cuando la temperatura se acerca al cero absoluto. Es decir que a medida que la energía se elimina por completo, y todo movimiento molecular se detiene, el "caos" del sistema también se disuelve.

La cuarta ley de la termodinámica se llama en realidad la ley "cero", ya que lógicamente precede a las otras tres. Esta ley establece que dos sistemas independientes en equilibrio termodinámico con un tercer sistema están en equilibrio termodinámico entre sí. Esto parece evidente, pero permite definiciones no circulares de temperatura. Antes de principios del siglo XX, los físicos solo hablaban de las tres leyes de la termodinámica, pero cuando se necesitó expresar este concepto en términos objetivos, se denominó "ley número cero" o la ley "cero" de la termodinámica.

En general, la existencia de estas leyes, así como sus implicancias, le da mucho más peso a la idea de un creador y al creacionismo que al ateísmo o al naturalismo puro.

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