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¿Qué dice la Biblia sobre la guerra espiritual?

Hay dos cuestiones principales que abordar con respecto a la guerra espiritual y la Biblia. Primero, ¿existe la guerra espiritual? Segundo, ¿qué dice la Biblia acerca de participar en una guerra espiritual?

La Biblia es muy clara sobre la existencia de la guerra espiritual. Pedro advierte "Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar." (1 Pedro 5: 8). Nuestro adversario o enemigo, el diablo, se refiere a Satanás, que es una entidad real, no una criatura o invención mítica. Otros títulos de Satanás incluyen el tentador (1 Tesalonicenses 3: 5), el maligno (Mateo 13:19, 38) y el acusador de los hermanos (Apocalipsis 12:10).

Tres de los títulos de Satanás indican su autoridad en este mundo: el príncipe de este mundo (Juan 12:31), el dios de este mundo (2 Corintios 4: 4) y el que gobierna las tinieblas (Efesios 2: 2) Satanás también se transforma en "ángel de luz", una descripción que destaca su capacidad e inclinación a engañar (2 Corintios 11:14).

La guerra espiritual, la idea de que los humanos luchan de alguna manera con poderes sobrenaturales, es también el testimonio del apóstol Pablo en Efesios 6: 10-18. Aquí, Pablo señala que los creyentes luchan contra los planes del diablo y que esta es una batalla espiritual, no física. Debemos ser plenamente conscientes de los planes malvados de Satanás (2 Corintios 2:11). Pablo describe además la guerra en la que estamos comprometidos mientras luchamos a lo largo de nuestras vidas "[…] contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales." (Efesios 6:12) Claramente, tales poderes existen.

La segunda pregunta, con respecto a qué dice la Biblia acerca de participar en la guerra espiritual, es algo más controvertida. El problema generalmente surge cuando enfatizamos demasiado la guerra espiritual al ver cada evento en la vida como parte de ella o le restamos importancia por medio de ignorar por completo el reino espiritual.

Varios textos bíblicos informan nuestra comprensión de este tema. Primero, los cristianos deben recordar que ya somos vencedores (Romanos 8:37) y que Satanás ya ha sido derrotado (Colosenses 2:15; 2 Pedro 3:22). Segundo, el poder de Cristo dentro del creyente es mayor que el poder de Satanás (1 Juan 4: 4). No tenemos ninguna razón para vivir con miedo a Satanás o los espíritus malignos como creyentes. Satanás puede dañar, pero no puede vencer al creyente en Cristo.

Tercero, no debemos olvidar que a Satanás se le puede permitir atacar a los creyentes (2 Corintios 12: 7-9; Santiago 1: 2-4) para cumplir el plan perfecto de Dios para su pueblo. Este fue el caso de la espina de Pablo en la carne y también se vio en el ejemplo de la vida de Job (Job 1-3). Sin embargo, el poder de Satanás sobre nosotros se limita a lo que Dios ordena para sus propósitos: llevar a sus hijos a la madurez y glorificarse a Sí mismo.

Cuarto, la estrategia principal de Satanás es cegarnos al plan de Dios para nuestras vidas (2 Corintios 4: 3-4). En lugar de una batalla sobrenatural entre ángeles y demonios que a menudo se retrata en la cultura moderna, la táctica general utilizada por Satanás es apartar nuestros ojos de la verdad de Dios y dirigirlos hacia uno mismo. Sin embargo, no podemos culpar a Satanás de toda tentación, ya que la Biblia también enseña que somos tentados y seducidos por nuestros propios malos deseos (Santiago 1: 13-15).

Quinto, el método para derrotar a Satanás es resistirlo y permanecer cerca de Dios. Santiago 4: 7-8 instruye: "Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes." Un caminar cercano con Dios es la mejor protección contra las actividades de Satanás.

Sexto, Pablo nos exhorta a armarnos para la batalla espiritual que es parte de la vida cristiana al ponerse "[…] toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo." (Efesios 6:11). Esta armadura incluye la verdad, la justicia, el evangelio, la fe, la salvación, la Palabra de Dios y la oración. Estas armas nos permitirán fortalecernos "[…] con el gran poder del Señor" (Efesios 6: 10-18).

Finalmente, la guerra espiritual no se trata de una técnica para derrotar a Satanás o los demonios, sino un corazón que camina junto a Dios. Cuando Dios es lo primero y más importante en nuestras vidas, Satanás carece de poder sobre nosotros, a pesar de sus intentos de debilitar nuestros esfuerzos por perseguir a Cristo.

Como advertencia final, es importante que no tomemos nuestro poder dado por Dios sobre Satanás como una oportunidad para mostrar arrogancia. En Hechos 19: 13-16, encontramos el relato de los líderes judíos que intentaron usar el poder de Dios para vencer el mal en su propio beneficio y recibieron un severo castigo por hacerlo. Esta severa advertencia debería revelar nuestra necesidad de depender de un caminar humilde y personal con Cristo para vencer el mal en lugar de una exhibición externa para alimentar el orgullo humano.

En resumen, la guerra espiritual es una parte muy real de la vida cristiana, pero no debe ser una oportunidad para el miedo o el orgullo. En cambio, la realidad de Satanás y sus fuerzas malvadas debería acercarnos aún más a Dios, dándonos cuenta de que su poder puede conquistar a cualquier enemigo que podamos encontrar.

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