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¿De qué manera práctica podemos depender de Dios?

Jesús dijo que dependía de Su Padre para todo. "Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis" (Juan 5:19-20). Él dijo que hacía la voluntad del Padre (Juan 6:38; 10:25; 12:49).

Si incluso Jesús dependía del Padre, ¿cuánto más debemos depender nosotros de Dios? Sabemos que, en verdad, dependemos de Dios para nuestra propia existencia (Hechos 17:28; Colosenses 1:16-17). También dependemos de Dios para nuestra salvación (Efesios 2:8-9). Sin embargo, en el día a día, a veces nos resulta difícil confiar en Dios y, por el contrario, terminamos apoyándonos en nuestras propias fuerzas o en la sabiduría mundana. Así que, ¿cómo podemos depender de Dios de forma práctica?

Algunas formas prácticas para depender de Dios son:

Orar: Cuando alabamos y agradecemos a Dios en oración, estamos demostrando que dependemos de Él. Cuando confesamos nuestros pecados, estamos dependiendo de Su gracia y perdón (Mateo 6:12-13; 1 Juan 1:9).

Cuando buscamos a Dios por las cosas de nuestra vida, estamos dependiendo de Él tal y como un hijo lo haría con un buen padre (Mateo 6:11). Jesús comparó a una persona que es grande en el reino de los cielos con un niño (Mateo 18:2-4).

Cuando dejamos que Dios se encargue de todo, mediante la oración, estamos diciendo que confiamos -dependemos de- Él (1 Pedro 5:7). Cuando evitamos la preocupación y confiamos en que Dios será fiel a Sus promesas, dependemos de él. Jesús dijo: "No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal" (Mateo 6:31-34).

Asimismo, buscamos la sabiduría por medio de la oración, dependiendo de que Dios dirija nuestro camino (Santiago 1:5; Proverbios 3:5-6).

Leer, estudiar, comprender y obedecer la Biblia: La Biblia es la Palabra de Dios y cuando profundizamos en ella y obedecemos sus verdades, le estamos diciendo a Dios que confiamos en Él y que le tomamos en serio (2 Timoteo 3:16-17). Queremos conocerle a Él y lo que dice para que podamos depender de Él.

Actuar correctamente: Jesús dice que cuando le obedecemos, estamos demostrando nuestro amor por Él (1 Juan 5:2). Cuando seguimos Sus instrucciones, estamos dependiendo de Él.

Practicar "más de Él, menos de mí": Debemos presentarnos como sacrificios vivos (Romanos 12:1) y vivir como Cristo. Pablo también nos dice en Romanos que debemos tener una mentalidad espiritual y no desear las cosas de la carne (Romanos 8:5-11).

Producir fruto espiritual: Sólo hay una manera de hacerlo: estar conectado con Jesús (Juan 15:4). Solo es posible mostrar el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) cuando estamos en contacto y en sintonía con el Espíritu Santo y dependemos de Él para que obre en nosotros y a través de nosotros.

Sin duda, depender de Dios no significa encontrar un lugar para sentarse y esperar a que Dios envíe un cuervo que te traiga comida y se te aparezca una persona con agua. Depender de Dios significa usar las herramientas prácticas que Él nos ha proporcionado. Por ejemplo, no es malo ir al médico; podemos hacer uso del don de la medicina sabiendo que en última instancia la sanidad viene de Dios. No deberíamos anticiparnos a Dios dependiendo de nosotros mismos, ni tampoco poner a prueba a Dios (Mateo 4:5-7). No seamos insensatos ni prescindamos de Dios. Por el contrario, debemos buscar Su sabiduría. Agradécele por las cosas que te ha dado y úsalas de manera que honres a Dios, reconociendo que todo lo bueno finalmente proviene de Dios.

Desear depender de Dios en la práctica es un deseo que honra a Dios y Él te proporcionará maneras de hacerlo. Tu deseo es glorificarle, y ese deseo en sí mismo honra a Dios.

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