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¿Es posible que una persona de alguna manera crea y sin embargo no ser salvo?

La salvación es por la gracia de Dios y se recibe por fe. La fe no implica sólo una aceptación intelectual, sino también una acción. Comúnmente se usa la ilustración de una silla. Para tener verdadera fe en una silla, uno debe sentarse en ella. Una persona puede "creer" que la silla soportará su peso. Incluso podría admitir que necesita que la silla la sostenga. Sin embargo, no tiene fe hasta que se sienta en la silla. Del mismo modo, una persona puede "creer" en algunos aspectos sin ser realmente salva.

Santiago 2:19 dice: "Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan". Creer que Dios existe no es fe salvífica. Para que una persona se salve, debe reconocer que el Dios de la Biblia es quien existe, que todos hemos pecado y merecemos castigo (Romanos 3:23; 6:23), que no podemos salvarnos a nosotros mismos (Efesios 2:8-9) y que el único medio de salvación es Jesucristo (Juan 14:6; Hechos 4:12). Para todos es evidente la existencia de Dios (Romanos 1:20). Reconocer este hecho no es suficiente para la salvación.

¿Qué pasa con alguien que "cree" en Jesús? Reconocer que Jesús fue un buen maestro o incluso un profeta no es fe salvífica. Debemos aceptar que Jesús es Dios hecho hombre, que vivió una vida perfecta, que murió por nosotros y que resucitó de entre los muertos para vencer a la muerte y al pecado y para ofrecernos el don de la salvación. En Mateo 7:21-23 Jesús dijo: "No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad". Algunos han utilizado erróneamente este pasaje para insinuar que la salvación se puede perder. Jesús no está diciendo que debemos esforzarnos para mantener la salvación o que podemos llegar a perderla. Estas son personas que Jesús nunca conoció. Algunas personas pueden hablar de Jesús de dientes para afuera o incluso estar involucradas en el ministerio sin conocerlo realmente. Simulan reconocer a Jesús, pero no tienen ninguna relación con El. No han nacido de nuevo.

Jesús también habló de aquellos que inicialmente pueden responder positivamente al evangelio, y sin embargo no ser salvos. La parábola del sembrador en Mateo 13 nos habla de esto. Vemos un ejemplo en Judas, quien fue discípulo de Jesús y sin embargo lo traicionó. Aparentemente Judas seguía a Jesús, pero en realidad no le creía. En Juan 6 vemos a personas que seguían a Jesús y escuchaban Sus enseñanzas, pero Jesús sabía que algunos de ellos no creían, y muchos se alejaron de Él.

La salvación es sólo por la gracia de Dios y se recibe a través de la fe. La fe requiere alguna acción de nuestra parte, es una confianza en Dios. Creer para salvación es una creencia que nos transforma. No es simplemente un acuerdo intelectual, sino el reconocimiento de nuestra desesperanza sin Dios y Su amorosa invitación para salvarnos. Luego ponemos en práctica esa creencia depositando nuestra fe en Jesús. Como resultado, nacemos de nuevo, nos reconciliamos con Dios, recibimos la presencia del Espíritu Santo y nuestras vidas cambian (Romanos 8:29-30; Efesios 1:3-14; 2:16-22; 4:17-24; Filipenses 2:12-13; 1 Pedro 1:3-9, 13-25).

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