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¿Qué enseña la Biblia sobre la arrogancia?

La Biblia es muy clara en cuanto a que la arrogancia es algo que Dios odia. Es abominable para el Señor y en oposición directa respecto a cómo Él nos instruye a vivir. En el libro de Proverbios, la arrogancia se incluye primero en la lista de cosas que Dios odia (Proverbios 6: 16-19).

Jesús habló sobre lo que contamina a las personas, y el orgullo es una de las cosas que mencionó (Marcos 7: 20–23). La arrogancia está incluida en la misma lista que la calumnia, el robo y el asesinato, lo que demuestra la gravedad que Dios le da. La Biblia promete que la gente soberbia será castigada: "El Señor aborrece a los arrogantes. Una cosa es segura: no quedarán impunes." (Proverbios 16: 5; véase también Isaías 13:11).

La arrogancia está en oposición directa a la piedad porque exalta al yo por encima de todo, y especialmente, por encima de Dios. La historia del rey Nabucodonosor es un ejemplo del orgullo que humilla a una persona. Cuando Nabucodonosor se atribuyó el mérito de haber construido su reino por sí mismo, Dios lo desterró al desierto, viviendo como un animal, y no fue hasta que le dio a Dios el mérito que le correspondía que fue restaurado a su reino, diciendo: "Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios." (Daniel 4:37; Daniel 4: 28- 37).

El amor es lo opuesto a la arrogancia porque exalta a los demás por encima de uno mismo. La vida de Jesús ejemplifica esto. Vino a servir y a dar su vida por los demás. Jesús dijo a sus discípulos: "Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos. Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos." (Marcos 10: 42-45).

A lo largo de la Biblia, hay instrucciones claras de que debemos poner a los demás antes que a uno mismo. Esto se debe a que la arrogancia y el orgullo destruyen nuestras relaciones con los demás. "No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos." (Filipenses 2: 3; ver también Romanos 12: 3). Si te exaltas con arrogancia, la Biblia dice que posteriormente caerás: "Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso." (Proverbios 16:18). En contraste directo, Jesús dijo: "Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece." (Mateo 5: 3). Dios da gracia a los humildes (Santiago 4: 6; 1 Pedro 5: 5; ver también Proverbios 3:34).

Si bien la arrogancia es claramente un pecado, recuerda que puedes tener confianza sin ser arrogante (Gálatas 6: 4). Nuestra confianza proviene de Dios, lo que significa que no podemos exaltarnos por encima de Él, ya que Él es la fuente de todas las cosas buenas en nuestras vida. "’Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe en el Señor’. Porque no es aprobado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien recomienda el Señor.” (2 Corintios 10: 17-18). Evite la arrogancia. Sea humilde y deje que Dios sea la fuente de su confianza.

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