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¿Cuál es la importancia de Meriba en la Biblia?

Meriba significa "riña, provocación, contienda o litigio" en hebreo. En la Biblia, era el nombre que se daba a dos lugares donde los israelitas discutían con Dios por su necesidad de agua en el desierto.

El primer lugar era una roca al pie del monte Horeb (también llamado monte Sinaí) en una zona conocida como Refidim poco después de que los israelitas cruzaran el mar Rojo durante su huida de la esclavitud en Egipto. Este relato se registra en Éxodo 17:1-7. Los israelitas acamparon en Refidim, pero no había agua para beber. Ante el temor de morir de sed, acusaron a Moisés de haberlos sacado de Egipto para matarlos en el desierto. Moisés les preguntó: "¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis al Señor?" (Éxodo 17:2). Luego se dirigió a Dios y le dijo: "¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán" (Éxodo 17:4). Luego Dios ordenó a Moisés que tomara consigo a algunos de los ancianos y fuera a la roca de Horeb para golpearla con su vara. Cuando Moisés obedeció, brotó agua potable. En ese momento, Moisés "llamó el nombre de aquel lugar Masah [que significa prueba] y Meriba [que significa disputa], por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron al SEÑOR, diciendo: ¿Está, pues, el SEÑOR entre nosotros, o no?" (Éxodo 17:7).

El otro lugar con este nombre está más cerca de la Tierra Prometida de Canaán, en el suroeste del desierto del Neguev; también se llama Meriba Cades porque está cerca de Cades-barnea. Cades-barnea fue el principal campamento de los israelitas durante sus cuarenta años de peregrinación. Números 20:1-13 relata otra historia, más adelante en sus cuarenta años, en la que los israelitas necesitaban agua y dudaban de que Dios se la proporcionara. Dice así: "se juntaron contra Moisés y Aarón. Y habló el pueblo contra Moisés, diciendo: ... ¿Y por qué nos has hecho subir de Egipto, para traernos a este mal lugar? No es lugar de sementera, de higueras, de viñas ni de granadas; ni aun de agua para beber" (Números 20:2-5). Moisés y Aarón se dirigieron al SEÑOR y Él les ordenó que hablaran a una roca delante de todo el pueblo y les prometió: "les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias" (Números 20:8). En lugar de hablar a la roca, Moisés la golpeó dos veces con su vara (Números 20:11). Dios hizo brotar agua de la roca, pero castigó a Moisés y Aarón por no confiar en Él lo suficiente como para seguir Sus instrucciones. Dios dijo: "Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado" (Números 20:12). El relato concluye diciendo: "Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con el SEÑOR, y él se santificó en ellos" (Números 20:13).

Esta segunda ubicación de Meriba, Cades, se menciona en otros pasajes de la Biblia. Dios confirmó en Deuteronomio 32:51 que a Moisés se le prohibía entrar en la Tierra Prometida debido a su comportamiento en ese lugar. En el Salmo 81:7 Dios afirma: "Te probé junto a las aguas de Meriba". El salmista en el Salmo 106:32 nos recuerda: "También le irritaron en las aguas de Meriba; y le fue mal a Moisés por causa de ellos". Más adelante, en Ezequiel, Meriba Cades aparece como el futuro límite meridional del reino milenario (Ezequiel 47:19; 48:28). El salmista también menciona la primera Meriba en el Salmo 95:8 cuando les advierte a los lectores: "No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, Como en el día de Masah en el desierto".

Los dos Meriba son lugares recordados por la desconfianza de los israelitas en el Señor. Sin embargo, es interesante observar que Dios proporcionó agua en ambos lugares. La falta de fe de los israelitas no tuvo ningún efecto sobre la fidelidad de Dios para proveer a Su pueblo. Segunda de Timoteo 2:13 enseña que incluso "Si fuéremos infieles, él permanece fiel". El milagro del agua en las dos Meribas es un ejemplo de esa verdad. Puesto que se puede confiar en Dios, debemos prestar atención a la guía del autor de Hebreos, que escribió: "No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años" (Hebreos 3:8-9). Que nuestros corazones se enternezcan y rebosen de fe en la fidelidad con la que Dios nos provee.

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