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¿Cómo es Jesús nuestro Sumo Sacerdote?

Hebreos tiene varios pasajes que describen a Jesús como el Sumo Sacerdote (Hebreos 2:17; 3: 1; 4: 14-5: 10; 6:20; 7: 11-8: 2; 10:12). El oficio de sacerdote era importante en el sistema del Antiguo Testamento y se cumple en Jesús.

En el sistema judío, un sacerdote mediaba entre el pueblo y Dios. Aarón y sus descendientes fueron nombrados sacerdotes, con la tribu de Leví sirviendo como asistentes en el Tabernáculo (Números 3: 5-10). Los levitas eran vistos como pertenecientes a Dios (Números 3:12); fueron apartados para servirle. Los sacerdotes, también, fueron apartados (santos). Se pueden encontrar reglamentos específicos para los sacerdotes en Levítico 21 - 22. El sumo sacerdote era el principal líder religioso y tenía ciertos deberes. Entre esos deberes estaban el usar el Urim y Tumín para ayudar a determinar la voluntad de Dios y supervisar a los otros sacerdotes. Lo más importante, era el sumo sacerdote que entraba en el Lugar Santísimo en el Día de la Expiación (Yom Kippur). Solo el sumo sacerdote podía entrar y, antes de hacerlo, tenía que hacer un sacrificio por él mismo. De esta manera, el sumo sacerdote era purificado y luego podía ofrecer los sacrificios de limpieza para la gente (Levítico 16).

Jesús como Sumo Sacerdote media por nosotros. Su sacrificio es lo que proporciona la limpieza de nuestros pecados. En lugar de una expiación anual (o diaria), el sacrificio de Jesús es de una vez para siempre (Hebreos 10: 1-18). Jesús, como los sumos sacerdotes de los tiempos del Antiguo Testamento, se encuentra entre la brecha entre nosotros (la gente) y Dios. Él llevó a cabo el sacrificio necesario por nosotros (Jesús estaba sin pecado, por lo que no necesitaba ofrecerse un sacrificio por sí mismo como lo hicieron los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento). Aquellos que han puesto su fe en Jesús han sido justificados por Él (2 Corintios 5:21) y ahora pueden entrar en la presencia de Dios. Esta mediación de Jesús es permanente y continua. Hebreos 7: 23-25 dice: "Ahora bien, como a aquellos sacerdotes la muerte les impedía seguir ejerciendo sus funciones, ha habido muchos de ellos; pero, como Jesús permanece para siempre, su sacerdocio es imperecedero. Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos." Si bien el sacrificio de Jesús fue de una vez para siempre, su mediación para nosotros continúa. Jesús también nos comunica la voluntad de Dios a través de sus enseñanzas y por medio del Espíritu Santo (Juan 14:26).

Jesús no solo es nuestro Sumo Sacerdote, sino también un "sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec" (Hebreos 7: 11-22). Melquisedec se presenta en Génesis 14. Se dice que es rey y sacerdote (Génesis 14:18). Se encontró con Abram (más tarde conocido como Abraham) después de la victoria en la batalla de Abram. En su reunión, Melquisedec bendijo a Abram, y éste le dio una décima parte de todo, confirmando así el sacerdocio y la autoridad de Melquisedec. El escritor de Hebreos explica que Jesús es de este orden de sacerdotes: su sacerdocio se basa en autoridad más que en el linaje (Hebreos 7: 11-17), y también es real. Por lo tanto, el sacerdocio de Jesús instituye una nueva forma de ser: "Porque cuando cambia el sacerdocio, también tiene que cambiarse la ley." (Hebreos 7:12). Con Jesús como Sumo Sacerdote, un nuevo pacto está en efecto.

Quizás lo más importante que los creyentes deben entender hoy es que gracias a que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote que podemos acercarnos a Dios con confianza (Hebreos 4:16). Ya no necesitamos pasar por mediadores terrenales. Jesús rompió la barrera, hizo el sacrificio, estableció un nuevo pacto y restableció nuestra relación con Dios. Debido a nuestro Sumo Sacerdote, somos libres de acercarnos a Dios.

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