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¿Qué significa que Jesús es profeta, sacerdote y rey?

Los roles de profeta, sacerdote y rey son los roles principales de liderazgo descritos en el Antiguo Testamento, y cuando Jesús vino, cumplió con los tres.

Profeta

Los profetas hablan en nombre del Señor. Dicen lo que Dios está diciendo y profetizan lo que está por venir. A veces realizan curaciones y milagros en el nombre del Señor. Los profetas del Antiguo Testamento predijeron la historia de Jesús, y aquellos que estaban vivos durante la vida de Jesús con frecuencia se referían a Él como un profeta (Mateo 21:11; Lucas 7:16; Juan 4:19).

Jesús se llamó profeta a sí mismo e incluso hizo conexiones entre Él y los grandes profetas Elías y Eliseo (Marcos 6: 4; Lucas 4: 24–27). Él habló con autoridad y frecuentemente enseñó la Palabra de Dios a través de parábolas (Marcos 1:22; 4:34). Realizó curaciones y milagros (Mateo 8: 1–17; 9: 18–33; Marcos 1: 32–34; 2: 1–12; Lucas 17: 11–19; 18: 35–43; Juan 2: 1– 11; 6: 1–24). Al igual que con los profetas del Antiguo Testamento, muchos de los judíos no creyeron a Jesús ni prestaron atención a sus palabras. Pedro y Esteban proclamaron que Jesús era el profeta quien Moisés predijo en Deuteronomio 18:15, y que debía ser escuchado (Hechos 3: 17–23; 7: 37–38, 51–53).

Jesús predijo lo que vendría muchas veces, de manera similar a los profetas del Antiguo Testamento. Les contó a sus discípulos de su muerte y resurrección venideras (Mateo 17: 22–23; 20: 17–19), cómo Pedro lo negaría (Mateo 26: 31–35; Marcos 14: 27–30; Lucas 22:61; Juan 13: 36–38), y que Judas lo traicionaría (Mateo 26: 20–25; Juan 13: 18–30). Él predijo la persecución de aquellos que lo siguen (Juan 16: 1–4, 33), la llegada del Espíritu Santo (Juan 16: 7–15; Lucas 24:49; Hechos 1: 4–5), y la próxima destrucción del templo (Mateo 24: 1-2). Todavía estamos esperando el cumplimiento de su profecía de que un día regresará a la tierra (Mateo 24: 30–31; Juan 14: 3).

Jesús mismo es la Palabra de Dios (Juan 1: 1). Él no es un profeta humano que habla la Palabra de Dios. Más bien, Él mismo es el Verbo hecho carne para habitar entre nosotros (Juan 1:14). No hay revelación de Dios más fuerte o más veraz que Jesucristo: "Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A este lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo." (Hebreos 1: 1-2).

Sacerdote

El papel de los sacerdotes en el Antiguo Testamento era actuar como mediadores entre Dios y los humanos. Los sacerdotes ofrecían sacrificios a Dios en nombre de las personas para el perdón de los pecados. Este era el papel del sacerdocio levítico de Aarón, y no estaba destinado a durar para siempre. Después de que Jesús pagó el precio final y fue crucificado por el pago de los pecados del mundo, se convirtió en el único sacerdote que necesitamos por toda la eternidad: "Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2: 5). Hebreos 4—10 discute en detalle el contraste entre los dos sacerdocios y cómo Jesús es el Sumo Sacerdote supremo para todos nosotros.

Jesús es el sumo sacerdote perfecto para la humanidad porque fue uno de nosotros. Él entiende nuestras luchas porque él tuvo las mismas y aún así vivió una vida sin pecado. Él es nuestro intercesor perfecto, y nos da confianza para acercarnos a Dios Padre, sabiendo que encontraremos gracia con Él (Hebreos 10: 19–23). Hebreos 4: 14–16 dice: "Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos." En el Antiguo Testamento, Melquisedec era sacerdote y rey, y también lo es Jesús (Hebreos 7: 1–28; Génesis 14:18).

Rey

El rey David es un excelente ejemplo del oficio de rey. Él era un hombre conforme al corazón de Dios (1 Samuel 13:14; Hechos 13:22). Dios prometió a David: "Tu casa y tu reino durarán para siempre delante de mí; tu trono quedará establecido para siempre" (2 Samuel 7:16). El ángel Gabriel le dijo a María, la madre de Jesús, que Jesús tendría "el trono de su padre David" y que "Su reinado no tendrá fin" (Lucas 1: 32–33). Jesús el Mesías fue el cumplimiento de estas promesas. Fue llamado el "Hijo de David" y nació en el linaje de David (Mateo 1: 1; Apocalipsis 22:16).

Jesús, como el Hijo de David, debía ser el libertador y gobernante del pueblo de Dios. Cuando Jesús estaba en la tierra, los judíos anticiparon que el Mesías sería un rey político que los liberaría del gobierno romano (Mateo 21: 1–11), pero lo que realmente hizo Jesús fue liberar a toda la humanidad del poder del pecado y la muerte (1 Corintios 15: 54–57). Cuando regrese, gobernará y reinará como rey (1 Corintios 15: 24–28; Salmo 110: 1). Jesús tiene la máxima autoridad y prestigio (Mateo 28:18; Filipenses 2: 9–11). Él es el "Rey de reyes y Señor de señores" (Apocalipsis 19:16).

Como profeta, sacerdote y rey, Jesús es el líder supremo. Él es completo en sí mismo. Él es nuestra figura de autoridad perfecta, nuestro guía y el intercesor empático que necesitamos. Él nos otorga el perdón, la gracia y el acceso a una relación personal con Dios.

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