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¿En qué aspectos es Jesús más grande que todos los otros grandes personajes de la historia?

Hay muchas personas en la historia a las que nosotros, los hombres, nos referimos o consideramos "grandes". Son los colosos de su campo: grandes reyes, grandes líderes militares, grandes líderes religiosos, grandes jueces, grandes filósofos y grandes intelectuales que se han destacado en la historia de la humanidad y han dejado huella. ¿Cómo se compara Jesucristo con estos grandes?

Sinceramente, Jesucristo no se compara con esos "grandes" individuos. Él los supera por completo. Jesucristo ni siquiera está en la misma categoría que cualquier ser humano que haya vivido o vivirá. Esto es porque Jesús no es un simple mortal. Jesucristo es Dios encarnado. Él es la segunda Persona de la Divinidad (es decir, la Trinidad).

La preeminencia de Jesucristo la expone el apóstol Pablo en Colosenses capítulo 1, versículos 15-20: "Él [Jesucristo] es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz".

Todos los llamados "grandes" personajes históricos deben su existencia a Jesucristo, pues por Él fueron creadas todas las cosas. A diferencia de estos otros "grandes" personajes, sólo Jesucristo puede llevar a los hombres y mujeres a una relación amorosa y personal con Dios Padre. El nombre de Jesús es el único que se proclama entre la humanidad y por el que debemos ser salvos (Hechos 4:11-12). Él es el Único Salvador (Tito 2:13; Juan 14:6).

Sólo Jesús es eterno y preexistente. Él es el único y eternamente engendrado Hijo de Dios. Sólo Jesús es impecable (Hebreos 4:15). Sólo Jesús es el sacrificio aceptable por los pecados del mundo (Efesios 5:2). Sólo Jesús es el Mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5-6). Sólo Jesús resucitó de entre los muertos para no volver a experimentar la muerte (Hechos 2:24). No hay otro hombre como Jesús porque Jesús no es sólo un hombre. Jesús es quien dijo ser, Dios en carne (Juan 14:9), uno con el Padre (Juan 10:30). Si alguna de las "grandes" personas de la historia se salvó sólo fue por haber recibido a Jesucristo, ya que las Escrituras son claras al decir que sólo aquellos que conocen y reciben a Jesucristo conocen a Dios Padre (Mateo 11:27).

Si nos atreviéramos a hacer comparaciones, podríamos decir que Jesús está por encima de todos los demás. Comparado con el más grande rey terrenal o líder militar que el mundo haya conocido, Cristo es exaltado muy por encima de todos ellos. Jesucristo es el "Rey de reyes y Señor de señores", y aunque Su primera aparición en la tierra fue como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29), Su segunda será como el Rey Conquistador y toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es el Señor (Filipenses 2:9-11; Apocalipsis 19:11-16).

Comparemos a Jesucristo con una de las mayores figuras religiosas de la historia. Las tres religiones más populosas del mundo (judaísmo, cristianismo e islamismo) remontan su linaje al "gran" padre Abraham. Sin embargo, las Escrituras revelan que Cristo es muy superior a Abraham. En un enfrentamiento con los judíos registrado en el evangelio de Juan esto queda claro. En parte, Jesús respondió: "Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó. Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo" (Juan 8:56-59). Al proclamar el nombre "YO SOY", Jesús se identificaba con un título que sólo usa Dios. Jesús nos está diciendo que Él existía antes que Abraham porque Él es Dios. Él existió en la eternidad pasada con Dios y como Dios (Juan 1:1, 14). Jesús es mucho más grande que Abraham.

Ningún otro líder religioso en la historia puede afirmar: ser Dios en la carne, haber vivido una vida sin pecado, haber muerto como sacrificio por los pecados del mundo, haber resucitado de entre los muertos y haber ascendido al cielo donde Jesús está sentado a la diestra de Dios Padre (1 Corintios 15:3-4). Efesios 1:20-21 dice que Jesús está sentado a la diestra de Dios "... sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero".

Comparado con los "grandes" jueces, Jesucristo es el Juez de todo el mundo. De hecho, el juicio de Dios dependerá de si una persona ha recibido o rechazado a Jesucristo como Señor y Salvador (Juan 3:18). Los que lo han recibido entran en la vida eterna. Aquellos que lo rechazan permanecen en sus pecados y en un estado de condenación. Jesús es el único Juez cuyos juicios son perfectamente justos y eternos. El Padre ha designado a Jesucristo para juzgar a todo el mundo, incluyendo a los llamados "grandes" (Hechos 17:31).

Frente a los "grandes" filósofos e intelectuales, la Escritura nos informa de que en Cristo están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Colosenses 2:3). La filosofía de este mundo es vana en comparación con la plenitud de Dios que habita en Jesucristo (Colosenses 2:9). Lo "insensato de Dios es más sabio que los hombres" (1 Corintios 1:25). Como cristianos, estamos llamados a destruir las especulaciones y todo concepto arrogante que se levanta contra el conocimiento de Dios, y a llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo (2 Corintios 10:5). Estamos llamados a no dejarnos seducir por el engaño vacío de las filosofías impías, y más bien a confiar en Jesucristo, que es la sabiduría de Dios (Colosenses 2:8-10; 1 Corintios 1:20-25).

Ya sea que estemos hablando de un gran rey como Alejandro, un gran guerrero como Gengis Kan, un gran líder religioso como Abraham, un gran filósofo como Sócrates o un gran intelectual como Einstein, estamos hablando de hombres creados, defectuosos y mortales cuyos huesos yacen en tumbas. Jesucristo no tiene nada de eso. Él es eterno, sin pecado, inmortal, y gobernará y reinará eternamente. Está muy por encima de los hombres y mujeres, incluso de los "grandes", por lo que con razón podríamos preguntarle: "¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, y para que pongas sobre él tu corazón" (Job 7:17). Los grandes hombres y mujeres de la historia son como gusanos ante la belleza magnífica de Jesucristo (Job 25: 6). Nosotros no somos más que flores que se marchitan rápidamente, hierba que crece hoy y se corta mañana, niebla que aparece por poco tiempo y se desvanece (Job 14:2; Salmo 103:14; Isaías 40:6; Santiago 1:10; 4:14; 1 Pedro 1:24).

Jesucristo es el "YO SOY", Dios con nosotros, Dios sobre todos, Rey eterno de reyes y Señor de señores (Mateo 1:23; Romanos 9:5; Apocalipsis 19:16). Él es el Santo y nuestro único Salvador (Juan 6:69; Judas 1:25-25). No hay nadie más grande que Jesús.

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